Por Pamela Cerdeira

Un elefante, hay un enorme elefante, que no blanco, sentado sobre una mesa en uno de los gigantescos salones de las oficinas de la colonia Centro de la Suprema Corte de Justicia. Lo sé, porque yo lo vi.

Fui invitada junto con un grupo de periodistas de diversos medios  nacionales e internacionales a una reunión en la Suprema Corte de Justicia con la Ministra Presidenta Norma Piña. La casi primera hora del evento se dedicó a una completísima explicación sobre un proyecto que tendría que ser nota nacional. La Corte ha estado coordinando el Encuentro Nacional para una Agenda de Seguridad y Justicia que es en sus propias palabras “el mayor ejercicio de escucha y consulta sobre seguridad y justicia que se haya hecho en el país”. Se trata de una serie de eventos en los que a través de mesas de trabajo han compartido espacio, eslabones del sistema de justicia que, por lo general, no se hablan: policías municipales, ministerios públicos, abogados, defensores de oficio, jueces y víctimas entre otros. Los encuentros han tenido una curaduría a la que no se le escapa un solo hilo. Es completo, complejo y robusto, del que seguramente saldrá un diagnóstico preciso y mucho más difícil de entender que los resultados de una encuesta. Los detalles de los foros pueden consultarse aquí y seguramente leeremos pronto en estas páginas información precisa sobre las conclusiones y posibles soluciones a las que se lleguen. Mientras escuchábamos la explicación, el elefante sobre la mesa se escondía entre los papeles esperando pasar desapercibido, pero todos sabíamos que estaba ahí.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.