Presenté queja en mi carta de renuncia
Mariana Calvo
No denuncié porque desconocía el proceso para hacerlo. Presenté una queja en mi carta de renuncia, enviada el 30 de junio de 2019, con la esperanza de que eso iniciara una investigación. Esperé ser contactada por la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero nunca recibí respuesta. En lugar de ello, el Cónsul Islas me contactó para programar una reunión en el consulado una semana después, con el propósito de hablar sobre el contenido de la carta. Para ese momento, ya había dejado de prestar mis servicios en el consulado.
Asistí a la reunión con la intención de discutir mi queja, pero al llegar, sentí miedo de expresarla, ya que el Cónsul Islas me había gritado y amenazado en una reunión dos meses antes. Debido a estas interacciones previas, consideraba que él no era la persona adecuada para tratar el tema y que lo más pertinente sería hablar con un oficial de la Secretaría. Sin embargo, como mencioné, nunca fui contactada. En vez, los abusos del Cónsul Islas continuaron, y varias de mis compañeras solicitaron cambios o renunciaron, al ver que nunca se inició una investigación.
Hoy no tengo miedo
Alexia Núñez Bachmann
Hoy ya no tengo miedo de hablar y compartir que presenté una denuncia ante el Órgano Interno de Control de la Secretaría de Relaciones Exteriores en febrero del 2020. Antes tenía temor de alzar la voz por las represalias que pudiera tener en mi carrera como diplomática y que el traslado que buscaba estuviera en juego. Para ascender se considera la evaluación que el titular de la Representación realiza y una mala calificación puede limitar considerablemente el desarrollo profesional y futuras adscripciones del interesado.
“Puso en riesgo mi salud”
Estephania Iracheta
Yo, Estephania Iracheta, no denuncié en su momento cuando el entonces Cónsul General, Jorge Islas López, me levantó la voz, porque observé que este comportamiento era algo habitual en su oficina. Vi cómo su equipo de asistentes cambiaba constantemente, con personas que no duraban más de una semana, y lo único constante era la renuncia frecuente de su personal.
No estaba en una posición de poder dejar mi trabajo sin afectar las finanzas de mi hogar. Durante la pandemia, se me pidió que acudiera innecesariamente a la oficina, a pesar de estar embarazada y sin acceso a la vacuna, poniendo en riesgo la salud de mi bebé. Estaba lista para renunciar, pero mi ginecóloga me proporcionó una carta dirigida al consulado, solicitando que me permitieran trabajar desde casa.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, decidimos no acudir al trabajo como protesta. Colegas hombres de mucha confianza nos informaron que, durante nuestra ausencia, el Cónsul General hizo varios comentarios machistas, mencionando que el ambiente se sentía más positivo sin nosotras y preguntando por qué no se celebra el Día del Hombre.
Después de mi licencia de maternidad, la falta de apoyo con un espacio adecuado para lactancia y la falta de flexibilidad en los horarios para poder recoger a mi bebé de la guardería me llevaron a tomar la difícil decisión de dejar de trabajar.
Hoy he decidido alzar mi voz porque ya no tengo ese miedo. Pero sobre todo, lo hago porque en esa carta faltan nombres. Soy madre de dos niñas, y quiero enseñarles que no deben quedarse calladas. Si es necesario, llegaré hasta la presidencia en busca de justicia”.
Comments ()