Por Adela Navarro
Si como legó José Alfredo Jiménez a la cultura mexicana, “la vida no vale nada”, en campaña la muerte es moneda de cambio.
En el caso de la diputada federal por Morena del Distrito 4 con sede en Tijuana, Socorro Irma Andazola Gómez, su fallecimiento, un hecho triste y de harta sensibilidad, fue manejado con el sesgo político, hasta quitarle el derecho a una muerte digna.
La legisladora padecía, de acuerdo con informes de sus cercanos, una enfermedad terminal que cobró su vida casi al final de la campaña que hacía para buscar la reelección. Oficialmente, aunque se le ocultó a la ciudadanía, murió en un hospital el 23 de mayo.
Sin embargo, el partido Morena como la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, se condolieron de su muerte ocho días después, el 1 de junio, justo un día antes de la elección.