Por Adela Navarro
Han transcurrido 15 días desde las elecciones del 2 de junio, en las cuales los partidos aliados de la oposición fueron severamente derrotados, y ni Marko Cortés, del Partido Acción Nacional, ni Alejandro Moreno, del Partido Revolucionario Institucional, han renunciado a las dirigencias de los institutos políticos que han llevado a la lona electoral.
Lo que sí ha trascendido, son los excesos políticos, la poca contribución electoral y la salvaguarda de sus intereses personales, acciones con las que transitaron por la campaña 2024 y que innegablemente contribuyeron a la estrepitosa derrota.
De nueve gubernaturas en proceso de renovación, el PAN sólo retuvo una, mientras el PRI no logró ni una sola. Incluso Movimiento Ciudadano se les fue por delante al retener el Gobierno de Jalisco, y el resto quedó en mentes guindas de Morena.
De hecho, el PRI perdió, con relación el 2018, más de 2 millones de votos, mientras el PAN apenas sumó una pírrica cantidad, y el PRD, pues… Llegó a su final. La ciudadanía lo ha rasurado de los partidos políticos en México y su liquidación oficial ha iniciado a partir de los poquísimos votos que recibió en la elección legislativa federal.