Por Adina Chelminsky
¿Qué haces, como mamá*, si alguien nombra a tu hijo, varón, como su abusador? Si en algún tendedero aparece su nombre escrito, si en alguna marcha está nombrado en un cartelón, si te llaman de la escuela a reportarlo o lees su nombre en redes sociales, si te habla una amiga a platicar lo que escuchó, si sale en las noticias…
Porque todos los abusadores y violentadores que rondan hoy tienen una mamá (aunque no tienen madre) y estoy segura de que NINGUNA de ellas esperó encontrarse en esa posición.
Spoiler alert: Si leen este texto esperando encontrar una respuesta con acciones cronológicas y resultados garantizados de qué hacer en esta situación, dejen de leer. No la tengo. Lo que puedo ofrecerles en las siguientes líneas son algunos hilos, quizá inconexos, que rondan por mi cabeza. Porque a todas, no importa la calidad de la educación que pensamos haberle dado a nuestros hijos, es algo que nos puede pasar. Presumir “mi hijo jamás” es una receta para el desastre.
Hace unos días, el 8 de marzo, en la marcha del Día Internacional de los Derechos de la Mujer, el hijo de unos conocidos apareció en una de las pancartas que nombraba a abusadores.
Al verlo, pensé en las víctimas, pero, segundos después, pensé en su mamá. ¿Cómo se sentirá? ¿Qué le habrá dicho a su hijo? ¿Qué dijo el resto de la familia? ¿Le preguntaron al muchacho su versión? ¿Trató de entender y resolver el asunto? ¿Se hizo de la vista gorda? ¿Lo regañó? ¿Lo abrazó?
¿Pudo conciliar la dicotomía que existe en entender que el niño de tus sueños es, para otra mujer, su pesadilla?
Cuando veo las noticias sobre mujeres violentadas, automáticamente pienso en que haría yo si mi hija fuera víctima de cualquier tipo de abuso. Mis acciones, en esta situación me quedan claras: Enfrentaría cielo, mar y tierra para orientarla, cobijarla y guiarla. Haría arder Roma si fuera necesario.
Pienso constantemente en las madres buscadoras de hijas desaparecidas o las que buscan justicia por sus hijas violadas o violentadas, me cala profundo su impotencia, su rabia, su dolor. Veo sus ojos buscando justicia y me identifico sin necesidad de mayor explicación.
Honestamente nunca había pensado en qué hacer o en cómo me sentiría si fuera la “otra” madre: La del violentador.
Porque por más certeras que tengas formadas tus opiniones sobre los casos de abuso, cuando te toca como mamá ha de ser espeluznantemente complejo.
¿Qué piensan estas madres cuando sus hijos son acusados? ¿Piensan en donde falló su educación? ¿Piensan en las veces que hablaron con ellos abiertamente del tema, de cómo se debían comportar, y sus palabras no sirvieron de nada? ¿O piensan en las oportunidades perdidas, cuando pudieron haber hablado del tema y no lo hicieron?
O, en vez de hacer una introspección, apuntan el dedo hacia afuera y minimizan el hecho y, decoloran su discurso feminista con los peros “pero no fue para tanto… pero ella también se lo buscó”.
¿Gana tu instinto de madre o el de mujer? ¿Qué sienten? ¿Horror? ¿Vergüenza? ¿Dolor? ¿Pena? ¿Enojo?
Ojo, existe una complejidad enorme en la pregunta de ¿Qué hacer si tu hijO es (presuntamente) un violentador? Depende de la edad del muchacho, de la “gravedad” del asunto (todos son graves), de los detalles de cada caso, de la reincidencia (uno es más que suficiente).
Entiendo y defiendo la presunción de la inocencia y entiendo también que en estos temas hay casos blancos y negros, pero también hay algunos con áreas de gris. Entiendo que la sexualidad es complicada, que los tiempos modernos para los adolescentes son, aún más, complicados.
Entiendo que en muchos casos hay que aplicar todo el peso de la ley y que en otros la justicia punitiva no es la mejor arma. Entiendo que hay daños que se pueden resarcir y que puede haber redención. Entiendo toda la complejidad.
Irónicamente es ESA complejidad, y la cantidad de aristas que existen, la que hace INMINENTE que, como mamás, por más “perfectas” que nos sintamos en la educación que le dimos a nuestros hijos, nos hagamos la pregunta ¿Qué hacer si….?
Porque más importante que el qué piensan estas madres, es el cómo actúan ante el hecho. ¿Cómo ayudan o no a solucionar la situación? ¿Se hacen de la vista gorda? ¿Buscan abogados rapaces o “compran” amnistía social? ¿Denigran a la víctima para defender a su hijo? ¿O buscan terapistas que orienten a sus hijos y solucionan el problema de raíz? ¿Recurren o apoyan las amenazas o chismes que revictimizan a las mujeres? O buscan el diálogo y contención que dé espacio a resolver, resarcir y que las víctimas sanen.
Me gustaría pensar que, por más pinche que sea la situación, estas madres toman el toro por los cuernos y tratan de ser la voz de cordura, que procuran, además de cobijar a sus hijos (instinto casi universal) buscan, también, resolver. Luchando, también, por el bienestar de la esa mujer que acusa, y que es “hija de alguien más”, como si fuera la suya propia.
*y me queda claro que la pregunta es también hacia los padres…
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