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Por Aidée Zamorano

He escrito varias veces en este espacio que los desastres no son eventos naturales, sino construcciones sociales que evidencian las fallas en la gestión integral de riesgos y la falta de gobernanza. Ahora ¿En castellano?: las pérdidas humanas del desastre del 29 de octubre en España se pudieron haber evitado. Cuando un fenómeno hidrometeorológico extremo ocurre se hace evidente la vulnerabilidad de las personas trabajadoras. De este lado del charco también hay empresas que priorizaron las ganancias sobre la seguridad.

Me frustra saber que en un país donde el acceso a internet es de casi el 95% de la población (Digital 2023: Spain), el sector público y privado no lograron coordinarse. Lo escribiré claramente y sin rodeos: el sector privado en España es responsable por las muertes de trabajadoras y trabajadores en Valencia. La Ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil de España establece que en materia de prevención, las empresas deben adoptar medidas para proteger sus operaciones e infraestructuras. Sin embargo muchas empresas ignoraron estas directrices, y mientras el peligro aumentaba, insistieron en que su personal siguiera trabajando. La clase Godín es la primera en enfrentar los costos de una comunicación sin estrategia y da igual en qué lado del charco vivamos. 

La activación de alerta roja en redes sociales no fue entendida ni por la población, ni por los medios locales, ni por el sector privado. Como señaló el jefe de AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), José Ángel Núñez, la vida seguía con normalidad en la ciudad a pesar del aviso. Yo misma revisé las alertas de emergencia y estaban enterradas bajo capas de clics. Ni siquiera con mi sesgo por las inundaciones comprendí un par de “tuits” en la cuenta de la AEMET de Valencia.Es urgente que el sector privado en coordinación con las autoridades refuercen sus protocolos y que se generen mecanismos de respuesta que no dejen a nadie atrás.

La gestión del riesgo de desastres no es únicamente responsabilidad de los gobiernos y no se puede asumir que por comunicarse en redes sociales ya hay entendimiento de los mensajes. No sean como el jefe de mi ex jefe que confundía los “likes” con impacto social. 

Es responsabilidad de los sectores público, privado y social crear y reforzar una cultura de prevención que ponga la integridad y el bienestar de las personas en el centro de las estrategias. El caso de Valencia debe servir de lección para recordar que los desastres no son naturales y, lamentablemente, las personas trabajadoras son abandonadas a su suerte ante la incompetencia de las autoridades y de los espacios laborales. 

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