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Por Alejandra Latapi

Doña Amalia estaba feliz. Le emocionó sentir que entraría al Senado como parte de la comisión de Unid@s que esperábamos acceso al patio del edificio donde trabajan quienes representan a los estados ante la Federación. Se tomó la foto con Claudio, con Analú, nos explicó las consecuencias del populismo y la gravedad de lo que estaban por aprobar en esa Cámara: las reformas electorales que debilitarán nuestra democracia. Y estuvo ahí y escuchó a los guardias de seguridad negarnos el acceso. Y abrazó a la senadora Kenia cuando cruzó la valla y nos prometió quedarse con nosotros hasta que pudiéramos entrar. Doña Amalia siguió las conversaciones telefónicas donde a Kenia le decían que nadie impedía nuestro acceso, pero miró a los señores del resguardo informar que no tenían autorización para dejarnos entrar. Y siguió y siguió ahí, encajando los picos de la valla y la mirada de las granaderas que ya no existen, hasta que el dolor de espalda la venció y nos avisó que no podría acompañarnos, que necesitaba sentarse y que ya había entendido que allá adentro, los que mandan, no querían que ella pasara. Ni ella, ni nadie que tuviera ideas distintas al gobierno. Nos dijo: “parece que nos tienen miedo”. Y se fue, luego de encargarnos que les dijéramos que NO, que así NO.

Doña Amalia, como tantas y tantos otros mexicanos, creyó en promesas y así votó. Le entregó su confianza y su esperanza al hombre con el que caminó durante años y hoy recibe su pensión. Pero ya no tiene la ilusión de un país mejor para sus hijas ni para sus nietos. No sabe de procedimientos legislativos que fueron incumplidos, ni de escudos para la sobrevivencia de partidos chantajistas, pero sí percibe el golpe artero al INE y le angustia que le vuelvan a robar su decisión.

¿Cómo nos explicamos tanta marrullería? ¿Qué cara poner cuando a pesar de las advertencias de su propio líder, el de la mayoría legislativa, sobre las inconstitucionalidades de la reforma, los y las senadoras que se llenan la boca diciendo que primero los pobres votan violando su juramento? Mientras escribo, en la Cámara de Diputados continúan las negociaciones entre aliados para construir la votación que dé gusto a la ambición de una sola persona.

Estas reformas no son solo una raya más al tigre de la intolerancia. Son la confirmación de que el camino es hacia la autocracia, hacia la negación de la pluralidad. Pero hoy somos otra sociedad. Lo reconozco en los tonos con que hablan mis vecinas, con lo que proponen en los chats para acciones contundentes, en el orgullo que sentimos quienes participamos en la marcha del 13N y mostramos que no caminamos solas. Veo, leo, escucho, crecen las ganas y la disposición por participar políticamente para poner el “ya basta” al abuso. Hoy hay una grieta en el partido en el gobierno. No es menor que el coordinador de la fracción y el presidente de una de las comisiones dictaminadoras votaran en contra de la propuesta del Ejecutivo, que tres senadoras abandonaran la sesión. Reconozcamos que eso es significativo y simbólico, que estamos atestiguando el resquebrajamiento de la complicidad interna y de la confianza ciega externa.

Decimos #SeguimosEnMarcha porque no pararemos. Vienen acciones, movilizaciones, recursos legales. Vienen las denuncias aquí y en el extranjero. Vienen los tiempos para re-unirnos y para abrazar a quienes, como Doña Amalia, están perdiendo la ilusión.

@AleLatapi

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