Por Ana Cecilia Pérez
En México, como en muchas partes del mundo, la era digital ha transformado la manera en que interactuamos, trabajamos y vivimos. Sin embargo, este avance tecnológico ha venido acompañado de una preocupación creciente por la privacidad y la protección de datos personales. La privacidad, en este nuevo contexto, se ha convertido en una moneda de cambio, a menudo negociada sin el pleno consentimiento de los usuarios. En el corazón de esta problemática se encuentra el desafío de equilibrar los beneficios de la digitalización con el respeto a nuestra intimidad.
En respuesta a estos desafíos, en México se han implementado regulaciones como la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares (LFPDPPP), destinada a proteger los datos personales recabados por entidades privadas. Esta ley marca un paso importante hacia la protección de la privacidad, estableciendo principios de legalidad, consentimiento, información, calidad, finalidad, lealtad, proporcionalidad y responsabilidad en el tratamiento de datos personales.