Por Ana Victoria García
Nuestras ancestras sabían del poder de la reunión, del valor de compartir y el beneficio de sentarse en círculos para acompañar. Nuestras ancestras sabían que somos cíclicas, entendían de la sabiduría que se encuentra al escuchar nuestro instinto y el conocimiento profundo que está disponible en la naturaleza.
En una torpe distracción dejamos de escuchar. Nos venció el ritmo rápido y la seducción de llegar, lograr, hacer, eficientar.
Nos ha ganado la influencia del “más y más rápido”, sacrificando nuestros ciclos y ritmos naturales. Y si estás leyendo y eres emprendedora, entenderás que el burn out no debería ser normalizado, y aún así, según estudios de la universidad de Berkeley, el 72% de los emprendedores lo padecemos
¿Cuándo fue que hacer negocios se convirtió en algo anti natural?
Mi aproximación al emprender ha sido distinta, rebelde y holística. Llamando a la feminidad a la mesa y bailando con la idea de buscar el gozo en el camino. Entendiendo la feminidad como esa fuerza creadora, que nutre, protege, es intuitiva, flexible y empática; En lugar de padecer dinámicas regidas por un actuar con prisas, con ambiciones desbordadas y crecimientos infinitos; con prácticas obsesionadas con el fin sin importar los medios y olvidándose del colectivo, con tal de cumplir el destino de la rentabilidad a toda costa.
No todo tiene que ser tan rígido, exigente e insostenible. Considero que las empresas deberían ser un vehículo de resolver problemas reales llevándonos a todos a mejores lugares, y no en cambio, el camino para crear más problemas y necesidades con tal de crecer, vender y ganar como corporativos.
“Seremos tan fuertes como unidos estemos, y tan débiles como divididos decidamos estar”
- J.K Rowling
Me he encontrado con que muchas mujeres dentro de Victoria147 comparten mi visión de emprender holístico, de crear valor consciente, de crecer con un ritmo gozador, armonioso y crear empresas desde el ser, no desde el hacer.
He conectado con formas distintas de hacer negocios, en donde el crecimiento personal, la conexión espiritual, el bienestar corporal y la claridad mental no están en juego, si no son parte de las prioridades que se suman al hacer empresa. Un espacio donde se puede crecer de forma radial y no solo exponencial y que el retorno de inversión no solo se traduce en dinero si no en tiempo, paz mental, impacto social y ambiental positivo. En donde buscamos ser sostenibles y sustentables, sabiendo que nuestros recursos no son infinitos y que por ende, nuestro crecimiento como empresas tampoco puede ambicionar a serlo.