Por Areli Paz
Vino: no es una botella, una etiqueta o un año, es una experiencia.
Sobremesa: La mejor parte de la comida con buena conversación, es lo sabroso de los recuerdos.
Conversación: bonita costumbre que perdimos cuando nacieron los chats.
¿Y si nos tomamos una copa de vino? uno que te recuerde a los grandes momentos de la vida, que te regrese a las mejores conversaciones, risas, llanto o reflexión. Una y otra vez en una mesa con esos que amas, que disfrutas y que compartes el gusto por beber un vino.
Cuando te sirven una copa de vino no se trata sólo de una bebida, es toda una experiencia, en cada sorbo te bebes también hay una cadena de historias que se sumaron para llegar hasta ese momento.
La tierra, las manos de la siembra, las uvas Cabernet Sauvignon, Merlot , Cabernet Franc, Malbec o Petit Verdot, el viñedo, el enólogo, el agua, temperatura, la vendimia, barrica, envasado, etiqueta, distribución, la venta y por fin llega a tu mesa.
Es toda una cadena de personas que ha encontrado en el vino una forma de vida, pero también una forma de acompañarnos poniéndole sabor, textura y emoción.
El comer rico tiene más potencial para hacerlo si se hace con vino mexicano.
Platiqué con Hans Backhoff, director General de Monte Xanic, una de las bodegas más importantes de México en Valle de Guadalupe, en Baja California, y me contó la historia de uno de mis vinos favoritos, Gran Ricardo, un vino que nació hace 30 años en homenaje a uno de los socios fundadores, el plan siempre fue tener un vino de sabor y textura excepcional.
Para mí tiene color como de una cereza madura, oscura y de piel muy brillante, es sedoso como si acariciara la boca y su sabor recuerda a una zarzamora, un arándano, una grosella, algo de cafetoso y tantito de vainilla.
Querían uno que pudiera ser memorable y viviera una y otra vez en las mesas de los que aman el vino o que fuera un gran descubrimiento para los nuevos seguidores.
Que fuera un obsequio, que fuera capaz de pasar fronteras y que al paso del tiempo pudiera conservar una tradición.
Tiene un potencial de añejamiento que le da una vida si en 25 años abres una botella.
Justo su historia lo pone no sólo como una botella de vino, sino como una experiencia para los sentidos.
Hans Backhoff cuenta que esta etiqueta es para los mexicanos luchones que han sido atrevidos y que creen siempre en poder hacer las cosas mejor.
Dice que el vino mexicano ya no es una moda, su consumo ha evolucionado desde el 2017 y los registros revelan que ya es favorito de los mexicanos.
Que ser premium no significa quedarse con premios o con buenas recomendaciones, que el reto está en mantenerse y que la viticultura de precisión será importante para cuidar el hábitat y enfrentar el cambio climático en la región.
En datos:
En México el consumo de vino local ha aumentado un 34 por ciento.
3 de cada 10 botellas que se consumen en nuestro país son de origen nacional. Baja California, Coahuila y Querétaro son los estados de mayor producción vinícola.
El tinto es el de mayor consumo. 16 Estados producen vino, en el mercado hay más de 12 mil etiquetas. Las rutas del vino, vendimias y catas maridaje han incrementado el conocimiento de los vinos en México.
Para mí, esa botella de vino me recuerda una tarde en Valle de Guadalupe con un atardecer muy naranja, en casa de mi mamá con las famosas “garnachitas” del Istmo, esas pequeñitas de carne martajada con cebolla, con su col picante en escabeche y gotas de morita, su sabor es un roof de la pandemia y la escapada que hacíamos durante el encierro para respirar aire fresco y ver el cielo por horas, a la cena de cumpleaños de mi mejor amigo, a la conversación de cumplir 40, al aniversario 18, a la confesión de una vida que se extinguía, a la conversación de los que componen al mundo, de los que se recuperan de la derrota o por el puro gusto de una buena copa, con una buena compañía. A eso debe remitir siempre una botella de vino.
Con el paso del tiempo y con responsabilidad, he aprendido que el vino es una experiencia emotiva y memorable, una que nos recuerda que la vida sin celulares y de buena conversación, que también se pasa bien. No hace falta decirlo, pero siempre es bueno recordar que beber con moderación y siendo mayor de edad son las únicas condiciones posibles en las que siempre recuerdes las buenas experiencias alrededor de una gran botella. Felices 30 a este Ricardo, uno que siempre cumple lo que promete.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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