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Por Areli  Paz  Trejo

Humanismo: capacidad de ser empáticos con el de junto y cambiar por una mejor realidad

Estrategia: Repetirla diario en discurso no la vuelve realidad

Resultado: lo único posible para creer que se dice la verdad.

La presidenta y sus afines aman repetir que “el humanismo mexicano” es una realidad, que su aplicación es inmediata y visible, que todos en México están contentos porque existe. 

Que los trenes traerán felicidad, que el petróleo saldrá por decreto y que prohibieron los vapeadores para cuidarnos los pulmones. 

Que quieren ahorrar dinero para más ayuda social, pero volteas a Chiapas y te das cuenta que una parte de ese discurso y de ese dinero no termina de llegar a donde debe. 

Siento que hay un desfase entre el discurso y la realidad. 

Por un lado dicen que el humanismo mexicano nos está salvando.  Pero, las extorsiones han crecido en un 45 por ciento, cada vez es más complicado tomar una llamada de la que se desconoce el número,  cada vez más comerciantes cuentan historias de “ hombres y mujeres “ que llegan pidiendo dinero para protegerlos del crimen. Todos temen denunciar porque saben que la amenaza de quemar sus negocios o matarlos es latente. 

Las medicinas siguen sin llegar a los pacientes con padecimientos mentales, que ya mero dice la presidenta, pero la realidad es otra. 

Ahí están los que a diario van a tratar de surtir su receta, mientras luchan con ellos mismos para no perder la razón irremediablemente. 

Los propios trabajadores  del sector salud denuncian que les quieren racionar la comida, a ellos y a los pacientes. 

Un niño queda en medio de una balacera en una peluquería de Sinaloa, a un ladito de él matan a “alguien”.  Entra un sicario y como si nada saca un arma elige al que va a matar y dispara. 

En las carreteras hay temor de viajar en cuanto oscurece. 

De hombres y mujeres que se despiden de sus hijos en la mañana y jamás vuelven.

De las negativas de vacunas. 

Los precios en el súper se disparan y le pegan a los más pobres. 

Desaparecen mujeres y terminan siendo una maldita estadística, cruz de recuerdo o manifestación. Terminan siendo bandera de un gobierno que no las quiere ver. 

La realidad del país es abrumadora, pero en Palacio Nacional rezan del humanismo mexicano, le prenden veladoras y exigen que creamos en él ciegamente. 

Se aplauden dos meses de éxito.

 Se felicitan, caen en complacencia y auto halago. No es un tema de género, es un tema de capacidad. Puedes o no puedes, sabes o no sabes, cumples o no cumples. Esa es la realidad que va siendo pateada por políticos que hoy ostentan el poder, la riqueza del país y ahora la justicia, la de ellos y los suyos. 

¿A toda esta violencia, omisión, olvido, abandono o negligencia se le puede llamar humanismo?  No creo, no hay ningún concepto de humanismo que me lleve a la historia de violencia, tristeza y desesperanza que se ve en muchos poblados de México. 

El humanismo no debe ser una frase que roce los labios, debe ser acción, debe ser resultado, uno que pueda ser sostenido en el tiempo. 

Ya no hay forma de echarle la culpa al pasado, porque para Claudia y los suyos el pasado es justo un Andrés Manuel que sigue vivo políticamente en el discurso y pareciera que en la acción.

La palabra bienestar se ha degradado, ahora el bienestar significa “ apenas será suficiente”. 

La política actual cambia conceptos, utiliza eufemismos y se autoengaña. La mentira es manipulada y la estrategia hacia el autoritarismo se fortalece. 

Como sociedad no podemos ser indolentes, omisos o ignorar lo que pasa a los de junto. 

Frente al desamparo de la ley, de la transparencia y la justicia sólo nos tenemos nosotros, los ciudadanos. 

Esos que sin partido tendremos que construir desde donde se pueda, tenemos que dejar de apelar a un humanismo mexicano, porque acabará siendo un estigma de incapacidad, ineficiencia y verdad. 

La pregunta hoy es ¿Hacia dónde queremos construir?  Porque ya se acabó el tiempo sólo de los políticos.

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@AreliPaz

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