Document
Por Areli Paz

Dispersa: muchas causas, sin concentrarme en algo. 

Juntas:  la única forma de sobrevivir 

Vida Real: lo duro, lo complicado, lo que sí cambia al mundo.

La marcha del 8 de marzo es una cita obligada, no es sólo gritar, llevar una pancarta o ponerle una playera morada, es una cita con las mujeres que no están, las asesinadas, las destazadas, las violentadas, las que terminan en una maleta en cachitos, las que denuncian y no son escuchadas, las que el sistema quiere olvidar. 

¿Por qué vas si no pasa nada? Voy porque creo que algún día pasará. 

Porque desde mi trinchera he encontrado una forma de ayudarlas. Porque creo que este país un día será mejor. 

No sé si me toque verlo, no sé si me toque despertarme con tasa cero de crímenes o abusos, pero lo intento. 

Mi trinchera es la informativa, una voraz, veloz, difícil, pero cambia el mundo. 

En la marcha del sábado vi a mujeres muy jóvenes gritando por sus derechos, clamando justicia por sus amigas adolescentes violentadas. 

Este año noté una marcha dispersa, una marcha de muchas voces, muchas historias y mucho de mi mucho. 

Este año faltó un solo tema que fortalecer, faltó voces sumadas a eso junto. 

No soy yo, es la historia de la violencia en México en donde siguen matando a once mujeres cada día. Muchas por  el hecho de ser mujeres .

Urge centrar nuestros gritos y pancartas en una sola voz, urge que un gobierno nos vea, nos reconozca y haga algo por cambiar la historia. 

La marcha del sábado fue multitudinaria, pero faltó ese ingrediente que hiciera una explosión de fe. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.