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Por Aura López

Nunca voy a olvidar mi primer acercamiento a la tecnología. Tendría unos 6 años cuando, gracias a mi buen comportamiento, Santa Claus me dejó un walkman azul en Navidad.  Todavía recuerdo esos audífonos en diadema, con sus almohadillas amarillas y lo fascinante que me parecía escuchar la música de Barbie y los Rockers en un cassette. También recuerdo que el walkman no duró muchos días pues se me caía todo el tiempo; la cubierta, de color azul, se rompió y, la tuve que sellar con una liga de plástico. Un día, dejó de sonar. Me encantaba ese walkman.

Voy a dar un salto cuántico para decir que varios años después, mi gusto por la tecnología pasó de ser la única interesada en casa para leer los instructivos a una profesión: periodista de tecnología. Sí, hablar de tecnología es lo mío: me gusta, me apasiona, me interesa pero no tanto el saber de los bits y los bytes sino el poder comunicar esa información que descubro, con esa curiosidad infantil, que me hace cuestionar cómo funciona la tecnología  en nuestro día a día, cómo ha cambiado con los años y hacia dónde van las tendencias. Esa niña de 6 años jamás hubiera imaginado que hoy escucharía música por medio de streaming desde una computadora, celular, consola de videojuegos o pantalla, mucho menos que casi cada año, desde que trabajo en esto, tendría la oportunidad de explorar la ferias de tecnología más importante de la industria: el Consumer Electronic Show (CES)  que se realiza desde hace más de 50 años en Las Vegas, Nevada.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.