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Por Bárbara Anderson

La misma semana en que falleció Francisco I, los líderes de la 

Obra tenían que reunirse para cambiar sus estatutos para ser 

más transparentes y cercanos a las reglas del Vaticano.

El 21 de abril se iban a reunir en Roma las máximas autoridades del Opus Dei en el X Congreso general ordinario de la Obra (como se conoce también a esta rama dentro de la Iglesia). La razón no era menor: discutir por tercera vez los cambios en sus estatutos que les había obligado el Papa Francisco a realizar para dejar de tener ciertos privilegios y tener una estructura más homogénea y similar a otra dentro de la religión católica. El martes anunciaron la postergación de esta reunión (que se iba a extender hasta el 5 mayo) debido a la muerte del Papa. 

Francisco había sido el primero en atreverse a pedir al Opus Dei que cambiara sus estatutos, su ‘cómo funcionan, qué son y para qué existen’ dentro del catolicismo. “Esta iba a ser la tercera vez que los iban a presentar al Papa, y no porque él estuviera encaprichado, sino que era a la luz de denuncias gravísimas hacia esta institución en todo el mundo”, explica desde Argentina la periodista Paola Bistagnino, una de las personas que más ha investigado a la ‘Obra’ como se conoce a este grupo de poder dentro de la Iglesia Católica. Ella precisamente investigó una de las causas denunciadas al Opus Dei como es el de la trata de mujeres pobres para servidumbre, un trabajo exhaustivo en Argentina que puede consultarse en su libro Te serviré, lanzado hace pocos meses. 

El Opus Dei es una institución dentro de la Iglesia católica fundada en 1928 por el sacerdote español, (y declarado santo) Josemaría Escrivá de Balaguer. “Tiene una estructura jerárquica que funciona con autonomía de las diócesis y los obispados, y responde a sus propias autoridades en Roma. Por encima del prelado del Opus Dei sólo está el Papa”, afirma Bistagnino. Hoy esa autoridad es el monseñor Fernando Ocáriz. ¿De qué tamaño es? Está presente en 68 países, suma unos 90 mil miembros, de los cuales sólo 2 mil son sacerdotes y el resto son laicos. “Si bien todos son considerados iguales en su santidad y compromiso, hay distintas categorías o formas de pertenecer. En la punta de la pirámide están los sacerdotes y los numerarios, que son los miembros célibes que viven con compromisos de castidad, pobreza y obediencia en residencias de La Obra. Los numerarios son universitarios y trabajan en su profesión, en el ámbito privado o público, pero entregan sus salarios a la institución y reciben dinero para sus gastos. Otra categoría es la de agregados, que también hacen compromisos de castidad, pobreza y obediencia, pero pueden vivir en sus casas. Luego están los supernumerarios, que pueden formar familia. Su aporte es con dinero, bienes, trabajo y vínculos. La misma estructura se replica en la rama femenina”, explica la autora del libro. 

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