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Por Bárbara Anderson
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“Todos los días son el día de la madre”, decía mi progenitora cuando le insistíamos sobre qué quería de regalo en cada tercer domingo de octubre como se festeja su día en Argentina.

Y dentro de la frase hecha -para sacarse de encima a quienes no nos habíamos fijado antes qué era lo que ella iba a valorar- hay una tonelada de razón.

Siempre me enojaron las efemérides, porque las siento como una ‘obligación’ de asomarse a un tema, una enfermedad, una necesidad, un ser querido una vez al año y con eso purificar nuestra conciencia.

Pasaron muchos años hasta que dejaron de ‘felicitarnos por el día de la mujer’: no, no es un día de regalos y cariño, es el recuerdo de un hecho brutal que vivieron en 1857 mujeres que trabajaban en fábricas textiles; marcharon por las calles de Nueva York pidiendo igualdad de salarios y 120 fueron asesinadas por la policía.

Lo mismo pasa cada 3 de diciembre, fecha en la que se conmemora el Día de las Personas con Discapacidad. Ese día es el Super Bowl del tema: no hay sitio, medio, organización, empresa que no aproveche para solidarizarse, sacarse una foto con un empleado con alguna condición o los gobiernos hagan el balance de cuanto han hecho por esta población.

Desde hace tres años se decretó el 12 de septiembre como el Día de la Mujer Mexicana con Discapacidad. Fue un proyecto de la hoy diputada Norma Aceves y la fecha elegida es por el onomástico de Gaby Brimmer, una de las primeras mujeres con discapacidad activistas de nuestro país. Y recuerdo haber cruzado opiniones con ella al respecto el año pasado: ¿Por qué un día de la mujer mexicana con discapacidad? ¿Cuánto se ha conseguido por las mujeres mexicanas con discapacidad gracias a que ahora tienen ‘su día’? Me dijo lo que ya sabemos, “nada”, pero agregó, “al menos es otro día en el que se fijan en nosotras”.

Y volví a pensar en aquella frase de mi mamá que repetía mientras se secaba las manos en su mandil “todos los días son el día de las mujeres con discapacidad”.

No existe un sortilegio que pueda dejar en suspenso la vida de las personas por 364 días.

Las necesidades no tienen fecha.

Las injusticias no tienen fecha.

El olvido, eso sí, es perenne.

Entonces es justo lo que dice Norma y creo que este 8 de marzo le vamos a regalar otra efeméride a las dos que ya tenía en su agenda de mujeres/discapacidad.

Y les ahorraré a muchos la tarea de buscar datos, porque de tan brutales en algunos casos hasta duele tener que mostrarlos, como las heridas sin cicatrizar:

EDUCACIÓN
  • Desde uno de los principales derechos comienza el ‘piso desparejo’, dirían las corcholatas. Según Inegi, en el rango de edad escolares (entre los 5 y los 17 años) hay 2 millones 108 mil 786 mexicanos con alguna discapacidad. La SEP tiene contabilizados en el período 2020/1 a 506,455 los alumnos, lo que representa 24% de este grupo. Mirando la mitad vacía del vaso, 76% de las niñas, niños y adolescentes con discapacidad no están cubiertas por el Sistema Nacional de Educación.

Y aún siendo un porcentaje bajo, hemos perdido a más alumnos en el camino: mientras la población nacional crece, la población educativa cada vez tiene menos alumnos con discapacidad: en el ciclo 2018/19 había inscriptos 624 mil 371 alumnos, es decir 117 mil 916 menos en solo 3 años.

La falta de acceso primero y luego de apoyos y seguimiento, hacen de los alumnos con discapacidad el grupo que mayor incidencia tienen en el abandono escolar.

Y dentro del universo de alumnos con discapacidad que logran romper las estadísticas y consiguen conocer de cerca un salón de clases, 54% son hombres y 46% son mujeres.

También tienen menor nivel de escolaridad que incluso los varones con discapacidad. A la educación básica asisten 79% de las niñas y adolescentes con alguna discapacidad pero unos años más tarde son tan sólo 19.6% las que logran cursar educación superior y apenas 4% logran terminar la universidad.

En pleno siglo XXI, en la 15va economía mundial aún 24 % de las mujeres con discapacidad no saben leer ni escribir.

EMPLEO
  • Vivimos en uno de los países con la menor inclusión laboral femenina, pero el número se vuelve más desigual cuando quien busca empleo tiene una discapacidad. Mientras solo 44.5% de las mujeres mayores de 15 años participan de la población económicamente activa y tienen un empleo, entre las mujeres con discapacidad el porcentaje es de solo 34.1%.

Hay una primera razón de sentido común que es la falta de acceso a la educación y otra cultural de dejar a las mujeres en la casa, a no darles las mismas oportunidades y apoyos incluso que los hombres con discapacidad que tienen 10 puntos porcentuales más de acceso a empleos.

VIOLENCIA
  • 22 millones 110,619 de  mexicanas mayores de 15 años viven con alguna discapacidad o limitación. 75.1% de quienes tienen alguna limitación y 72.6% de quienes tienen una discapacidad vivieron a lo largo de su vida algún evento de violencia, versus 66.7% del promedio nacional de mujeres. En ambos casos es un dato muy fuerte, pero las mujeres con discapacidad son varios puntos más vulnerables que las (ya vulnerables) mujeres sin discapacidad. Las entidades más violentas para una mujer con discapacidad son el Estado de México, la CDMX y Aguascalientes, donde 8 de cada 10 mujeres con alguna condición de vida han sido víctimas de violencia.

Hay un enorme hueco de datos -según reportó Human Right Watch- de los niveles de violencia que viven las mujeres que se encuentran institucionalizadas donde es imposible que denuncien casos de violencia.

Tampoco los apoyos aquí son parejos: 80% de los refugios para víctimas de violencia doméstica no son íntegramente accesibles para las mujeres con discapacidad.

El bullying escolar lo padecen a nivel nacional 29% de las mujeres mayores de 15 años pero si tienen alguna discapacidad la incidencia es de 37.5%.

Y como la discriminación se acumula, si una mexicana con discapacidad es además parte de una comunidad indígena su situación empeora y de las 13.6 millones de mujeres en este grupo, 3,3 millones son víctimas de violencia (6 de cada 10).

APOYOS
  • Este gobierno alardea de su plan de pensiones para personas con discapacidad permanente de Bienestar. Quienes hemos tratado de encontrar y luego navegar la base de datos de quienes reciben este -ya- derecho constitucional, nos topamos con una curiosidad: no están ordenados por género. Me puse a la tarea de ordenarlos por nombre y descubrí algo que olfateé: si bien según el Censo 2020, 53 % de las personas con discapacidad son mujeres y 47% son hombres, no aplica este mismo porcentaje en los apoyos que distribuye la Secretaría de Bienestar, de hecho es inversamente proporcional. Hoy 55% de las personas que reciben la pensión son hombres y 45% son mujeres.

Ser mujer en México no es fácil, pero lo es mucho más para quienes viven con una condición de vida (visible o no), mujeres que los 365 días del año requieren de atención, apoyo, acceso y sobre todo respeto a sus derechos más básicos.

No solo un día, o dos o tres.

✍🏻
@ba_anderson

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