Por Bárbara Anderson
¿Votar la reelección de un partido en el gobierno que tiene al país al borde de la hiperinflación o votar a un candidato que propone quemar el Banco Central?
¿Votar a un candidato parte de grupo de políticos con décadas probadas de corrupción y abusos de poder o a un candidato que propone evitar la opacidad volviendo a privatizar empresas estatales y desaparecer ministerios?
¿Qué es ‘menos peor’, votar a un candidato que jamás manejó un presupuesto de ningún nivel de gobierno o votar por otro que puso todo el presupuesto estatal, con emisión monetaria inflacionaria e indiscriminada, a favor de su campaña?
Las redes sociales fueron activas y tan extremistas como se podía de cara a un ballotage este domingo en Argentina donde sólo hay una decisión binaria: desde los que invocaban el ‘prefiero creer’ (un slogan de la selección de fútbol) e invitaban a votar a un candidato sin experiencia porque un DT así los hizo ganar el Mundial, versus quienes insisten que se perdían en un solo día 40 años de democracia, el impulso de los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo y los verdes de los movimientos feministas.