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Por Bárbara Anderson

En estos días los medios se han llenado de imágenes de Roma, Atenas, Madrid donde miles de turistas caminan bajo un sol abrasador y se desesperan por buscar un lugar fresco, agua para hidratarse o un espacio donde refugiarse de temperaturas tan altas que han obligado a muchos hotspot a cerrar, como la propia Acrópolis que debió cerrar ante el peligro de recibir visitantes a 42 grados centígrados.

En julio, con temperaturas promedio ya son al menos 1.1 grados más altas en todo el hemisferio norte que durante la era preindustrial y en Estados Unidos, Europa y Asia (y México) nos sofocamos con un fenómeno que parece destinado a repetirse como son los ‘domos de calor’. Veo las fotos de turistas en Europa al lado de carteles urbanos con la temperatura (siempre por encima de los 40 grados) y recuerdo las primeras imágenes que veíamos de los hospitales colapsados en Italia a causa del Covid 19. Nos parecía algo apocalíptico que ocurría, como la gran guerra, del otro lado del mar. Pero, en tiempos globales, faltaban pocas semanas para que esas postales brutales tuvieran rostros mexicanos.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.