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Por Bárbara Anderson

Cumpleaños infantil.

Un grupo de madres reunidas en una mesa pequeña espera a que los rituales de juegos, piñata y pastel ocurran con la ayuda de animadoras.

La queja era fuerte y ya muchas de ellas decidieron que el siguiente ciclo escolar cambiarían a sus niños de colegio: “no puede ser que a los 11 años me vengo a enterar que mi hija no sabe leer”, “no los hacen leer las maestras y no avisan que mi hijo tartamudea palabra por palabra”, “entiendo que estuvimos encerrados con la pandemia, pero de ahí a que no haya un solo texto que mi niña pueda retener y explicar, eso es grave”.

La mayoría de la mesa había tomado la decisión en el trimestre previo de enviarlos a clases extras por las tardes de español, inglés y matemáticas. “Y ni aún así: he gastado tanto en maestros y en la logística para nada, seguimos como antes”.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.