Por Bárbara Anderson
Mi mamá hacía stand up secándose las manos con su mandil y apoyada en la baranda de bronce de la cocina a leña, donde secaba los repasadores y calentaba la eterna pava del mate siempre listo.
Tenía la capacidad de contarte de cincuenta maneras diferentes (una más bizarra que la otra) la anécdota de cómo ganó el Certamen de Belleza del Baile del Conscripto cuando su galán (ejem.. mi papá) compró todos los números de la rifa de su corona.