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Por Brenda Macías

Hice mi debut como standupera en La Casa del Humor, gracias a un curso que tomé para principiantes con Julio Sandoval, a quien le agradezco que me haya compartido los principios básicos para hacer comedia, incluso, con el corazón roto.

Nueve compañeras y compañeros nos atrevimos a hacer el ridículo sin temor un sábado en la noche. Era 5 de octubre. Y ahora que están de moda las tómbolas, metí mi mano en una caja y fui la número uno para salir al escenario, bajo el amparo de una de mis canciones favoritas: “Dramas y comedias”, de Fangoria. Porque sí, porque ya no quiero más dramas en mi vida, sólo comedias entretenidas, como dice Alaska en esta hermosa canción. 

Entre los temas que se abordaron en el show estuvieron la fobia social, el estreñimiento, vivir en Tláhuac y tener el pene corto, llegar a los 30 y ser especialista en lavar trastes, ser soltera y pasar de la friendzone a la family zone, sobrevivir a la pandemia sin tener sexo, la figura del padre y el futbol y el ser mexicana y conseguir puros ligues extranjeros. 

Mi rutina se trató de dos personajes que me habitan: Lolita y Amargot, el agua y el aceite; la luz y la oscuridad: una es ecuánime y otra es especialista en envolverse en red flags monumentales y someterse con parsimonia al gaslighting. 

A la distancia, comprendo la máxima que nos dijo Julio: la comedia es tragedia más tiempo. En otras palabras: cuando la tragedia se deja reposar sobreviene la risa. Por fin le di sentido a esa frase mágica: “nos reiremos de esto”, justo después de que derramaste todas las lágrimas que tenías en reserva cuando comprobaste que te dejaron en visto. 

Durante los sábados de agosto y septiembre me di la oportunidad de tomar distancia sobre lo que me duele, lo que me molesta y me preocupa para reirme a carcajadas. Realmente fue un ejercicio de sanación en el que me conecté con algo primitivo: mostrar los dientes como lo hacen las leonas para proteger a su manada. Porque al igual que el sueño, desde la perspectiva freudiana, la risa y el humor aligeran el peso de la vida y nos quita el miedo al ridículo

Esto lo digo, porque al hacer una revisión sobre lo que es la risa y el humor, me encontré con un artículo precioso de Nidia Vincent, quien en 2003, en la Revista Acta Poética, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, analizó lo siguiente: El cuerpo que ríe: dinámicas de la comicidad teatral.

En este artículo, la filóloga de la Universidad Veracruzana, describe con maestría el poder de la risa y el humor para tomar distancia y sanar. En el texto explica que la humorista es quien tiene el ingenio de hacer chistes y parodias, mediante las técnicas de la dramaturgia. Por otro lado, quien tiene sentido del humor es capaz de ver lo cómico porque el sentido del humor es una capacidad y un estado de ánimo ecuánime. En este contexto, el humor es cambiante y cultural. Es decir, lo que nos hacía reír en los tiempos de “El Chavo del 8” hoy es cancelable. 

La risa y el humor son elementos de la naturaleza humana, son curativos y catárticos. Según Freud, la risa es la estrategia del aparato psíquico para evadir el dolor. Y es cierto, incluso Vincent menciona que al ver la vida con indiferencia permite que el drama se vuelva comedia porque la farsa amplifica la distancia respecto al dolor, mientras que la simpatía/empatía nos vuelve frágiles y presas de personas depredadoras emocionales. 

Incluso, podríamos afirmar que en tiempos de medios digitales, el consumo del humor y la risa se hace a gran escala. Pagamos por reír. De hecho, el día de mi show, mis amigas más cercanas y queridas, mi familia escogida, pagó por ver el espectáculo de final de mi curso. ¡Gracias por tanto amor! Por reír conmigo la experiencia del gozo cómico, casi cósmico, por compartir conmigo uno de los días más reveladores de mi vida. 

Fue tan potente el haber hecho comedia que me liberé de prejuicios y convenciones, pude evidenciar la rigidez de la vida. Mediante la comedia enfrenté los vicios y el dolor que me mantenían atada. Gracias a la risa he suavizado mi propia existencia y he podido detectar y dinamitar lo que no quiero en mi vida. Al reirme del estado de gracia y al ridiculizar mi instinto agresivo enterré el mal humor y el sufrimiento. Hoy me siento mejor.

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@brendamargotms

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