Por Carmen Sánchez
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Desde la necesidad y como mujer sobreviviente a una de las violencias más extremas -un ataque con ácido- busco abordar varios aspectos cruciales sobre la situación de las mujeres en México y la importancia de que el cargo más alto de ejercicio de poder político y liderazgo en nuestro país sea ocupado por una mujer, Claudia Sheinbaum. 

Cada una de las mujeres que hemos logrado sobrevivir a la violencia extrema, tenemos una historia de resiliencia inexplicable que merece ser escuchada, visibilizada y apoyada. Es necesario y urgente actuar con políticas públicas efectivas que protejan y fortalezcan a todas las mujeres en México.

Hasta hace algunos años, para las mujeres mexicanas era imposible pensar que una de nosotras ocupara la Presidencia de la República y  ni siquiera se pensaba que las mujeres pudiéramos ocupar el espacio público; crecí en una familia tradicional y conservadora;  la única aspiración que tenía de niña, al igual que mis hermanas y amigas, era casarme y tener hijos; eso era lo único y a lo máximo que podíamos aspirar. Históricamente se nos ha negado la posibilidad de desear, de pensar qué queremos para nosotras y en ese sentido Claudia Sheinbaum es un símbolo y es un referente para otras niñas y generaciones en este país. Como víctima de tentativa de feminicidio pienso en que cuando Claudia dice que no llega sola sino que llegamos todas, eso nos incluye a las mujeres que han sido víctimas de delitos graves. Claudia tiene una deuda histórica con todas las mujeres víctimas de violencia, con las sobrevivientes y con las mujeres que hoy no están con nosotras porque han sido víctimas de feminicidio y de desapariciones forzadas. Claudia tiene una deuda con las activistas feministas, colectivas, organizaciones de la sociedad civil y defensoras de derechos humanos. Y no está en la posibilidad de voltear a ver a otro lado ni de dejar de advertir que a estas alturas es innegable la violencia estructural y sistémica contra las mujeres, que representa un drama en este país, que nos lastima y que no estamos dispuestas a que nos siga lastimando. Las mujeres no somos una minoría, no somos un colectivo, las mujeres somos la mitad de la población y la mitad del electorado, por lo tanto, Claudia tiene una responsabilidad enorme con todas las mujeres, tanto con quienes  votaron por ella como con quienes no lo hicieron, y los ojos van a estar puestos en su administración, en su proyecto de gobierno en la defensa del derecho a la vida, que es lo más preciado que tenemos las mujeres en México y que nos lo están arrebatando vilmente a causa del patriarcado, la misoginia y el machismo. Claudia tiene la responsabilidad de garantizar el derecho a la libertad, a la seguridad personal, a la salud y a la educación; todos muy importantes. También debe quedar garantizado el derecho a pensar qué queremos para nosotras y de esta forma poder construir un mundo que sí sea habitable para las mujeres.

El pasado 2 de julio Claudia no solo se convirtió en la primera mujer presidenta electa, sino que fue la candidata más votada en la historia de México y la mitad de sus votantes somos mujeres. En ese sentido, tiene la oportunidad histórica de saldar la deuda -también histórica- con nosotras las mujeres. Con las víctimas, con las colectivas, con las defensoras de derechos humanos y con las feministas. Estaremos vigilantes de toda su administración, pero, sobre todo, estaremos vigilantes de que se garanticen los derechos humanos de las mujeres. El derecho a la vida, a la integridad, a la seguridad, a la salud, a la educación. No es poca cosa lo que estamos diciendo. Si Claudia dice que llegamos todas, eso incluye a todas y todas tenemos que estar representadas en ese proyecto de gobierno que está por encabezar.

Es un llamado a la acción para construir un futuro más justo y equitativo para todas las mujeres del país.

NECESITAMOS UN FUTURO DE SENSIBILIDAD Y FUERZA 

*Carmen Sánchez  es una destacada defensora de los derechos humanos y activista feminista que ha convertido su experiencia personal en un poderoso motor de cambio social. Sobreviviente de un ataque con ácido en 2014, Carmen ha dedicado su vida a luchar por la justicia y la protección de las mujeres víctimas de violencia química.  
Su compromiso con la causa ha sido reconocido en múltiples ocasiones. En 2019, el Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar Social del Estado de México la designó como “Embajadora de la Red Naranja”. Al año siguiente, recibió el prestigioso premio “Galardones de Mujeres 20-30” del COSCEMEX y el Gobierno del Estado de México. En 2021, obtuvo el primer lugar en el VI Premio Raquel Berman a la Resiliencia Femenina Frente a la Adversidad, un reconocimiento de su capacidad para superar adversidades y su trabajo en la promoción de los derechos de las mujeres. En 2022, el Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social le otorgó el premio "Siempre por ellas", en reconocimiento a su valentía y compromiso en la lucha contra la impunidad y la violencia. Más recientemente, en 2024, fue distinguida como una de las diez supermamás del año por la revista Selecciones.
Es parte de la Red de Abogadas “Digna Ochoa”, un colectivo dedicado a formar profesionales del derecho con una sólida perspectiva de género. Además, es co-creadora y presidenta de la Fundación Carmen Sánchez, la primera organización en México enfocada en defender y promover los derechos de las mujeres afectadas por violencia química. En su labor como co-autora, contribuyó al artículo "Afectaciones psicosociales en mujeres mexicanas víctimas de ataques con ácido", publicado en la Revista Digital de Ciencia Forense de la UNAM.
Entre sus logros más significativos se encuentra el impulso a la #LeyÁcida.
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@CarmenAnchez

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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