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Por Carmen Sánchez

Existe un daño emocional al estar informados sobre la violencia en México

Es imposible no sentir un profundo dolor y angustia al ser testigos, a través de las redes sociales y los medios de comunicación, de las noticias desgarradoras que acontecen en nuestro país. Hace unas semanas, vivimos una ola de casos estremecedores que nos dejaron sin aliento: el ataque a la menor de edad Valentina Gilabert que fue apuñalada por otra adolescente; Lucio y Diana metieron a su bebé recién nacido en una bolsa y lo abandonaron en plena calle; el asesinato y abuso sexual de Tadeo a manos de un médico; la injusticia que vivió Mafer Turrent al ser encarcelada por defender a sus hijos y así sigue una lista interminable. Estas noticias estremecen profundamente nuestro ser, especialmente a quienes somos madres, padres, tías, sobrinas o familiares cercanos de jóvenes que están creciendo en esta sociedad tan marcada por la violencia.

Me pregunto, me inquieta, me preocupa profundamente, ¿qué estamos haciendo mal? ¿Por qué tantas vidas jóvenes se ven truncadas por actos de violencia tan crueles y desgarradores? Y lo que más me angustia es que yo tengo hijas, tengo sobrinas, y estos hechos se vuelven una constante preocupación que no puedo ignorar.

¿Qué falta hacer? Creo que la respuesta está en una cuestión que llevamos años luchando por visibilizar: la falta de prevención y atención a la salud mental en nuestro país. El sistema de salud debe garantizar la atención psicológica como una prioridad, brindando acceso gratuito, oportuno y continuo a todas las personas, en especial a quienes más la necesitan: los jóvenes. Ellos, los jóvenes, son el futuro, pero también son las víctimas y los perpetradores de actos violentos. Sin una adecuada atención a su bienestar emocional, este sector de la población seguirá atrapado en un ciclo de desesperanza y agresión.

¿Cómo actúa el Estado frente a la violencia que involucra a adolescentes?A lo largo de los años, hemos visto cómo la violencia ha ido en aumento. Sin embargo, lo que es más alarmante es que el gobierno y los políticos parecen estar desbordados, o peor aún, indiferentes ante la magnitud del problema. ¿De qué sirve la lucha constante de las organizaciones, las madres y las mujeres que exigimos justicia, si los mismos políticos obstruyen el acceso a la justicia y minimizan el problema? Es otro duro golpe para quienes nos comprometemos a luchar y construir un país donde se garantice la seguridad y los derechos de todas las personas.

La violencia en México ya no es una noticia aislada sino una realidad diaria que, lejos de disminuir, avanza. Las fosas clandestinas, los feminicidios, los asesinatos y las agresiones sexuales continúan ocurriendo mientras la impunidad sigue reinando. Las autoridades siguen sin dar respuestas claras ni soluciones efectivas. Nos hacen sentir como si nuestras denuncias fueran mentiras, nos hacen creer que la violencia es algo que tenemos que aceptar como normal.

¿Cómo podemos normalizar el terror que se vive a diario?¿Cómo podemos continuar ignorando la magnitud de lo que está ocurriendo? La violencia no es solo física, sino también emocional y psicológica, y las noticias que inundan las redes sociales día tras día se convierten en una carga emocional insostenible.

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