Por Claudia Pérez Atarmoros

Hoy que en México llega a la presidencia una mujer -gracias a aquellas que, en ninguna parte del mundo, se han sometido, que no tuvieron miedo ni bajaron la vista- vale la pena traer a la memoria a esa, la embajadora indecente que la URSS nos mandó allá en 1926 cuando en nuestro país, por ley (la de 1923), estaba prohibido que una mujer -dentro del Servicio Exterior Mexicano- fuera algo más que una simple empleada.

¡Malditos rusos, nos impusieron a una vieja, hágame Usted el favor!

Su nombre Aleksandra Kollontái. Ella ya ostentaba la hazaña de haber sido la primera mujer embajadora en el mundo al ser nombrada como tal, por su país, en Noruega en 1922. Cuatro años más tarde México la recibió como embajadora, lo que convirtió a esta república en la primera nación latinoamericana en aceptar a una mujer en tal posición.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.