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Por Claudia Pérez Atamoros

Digamos que sí. Al menos mientras sean las mujeres quienes educan al varón y la figura paterna sea la del padre todopoderoso proveedor, fuerte, invencible y, desde luego, muuuuy hombre.

 

Una mirada a la visión machista y misógina de los hombres nuestros de cada día. Porque en plenos 20´s del siglo XXI, la mujer por más derechos ganados, aún lleva las de perder. 

 

Como bien dicen quienes saben “las mujeres se ven enfrentadas a barreras legitimadas para poder superar la violencia de la que son víctimas puesto que… además del miedo, están las normas inculcadas desde la niñez, que incentivan el sometimiento femenino: la creencia de que ´el amor lo puede todo´, el valor asociado con la virginidad y el sentimiento de culpa al perderla, que sin duda contribuyen a que una relación violenta se prolongue por más tiempo”. (Vázquez y Castro 2008).

 

¿Qué mujer quieres para tu príncipe azul?

¡Una princesita!

¿Y para tu hombrecito?

Una virgencita muy cenicienta ¡por favor!

 

¿Quién los cría y los crea? 

La madre y los estereotipos de género que se repiten por doquier.

 

Modesta, recatada, discreta. 

Que nunca ría a carcajadas, ¡qué vulgaridad!

Que no sea provocativa,  ¡por eso las violan!

De preferencia que no beba, ¡oiga usted cómo beben las mujeres hoy en día!

Que quiera jugar a la casita y tener hijos, ¡nomás quieren pasarla bien!

Que sepa comportarse, ¡porque vaya escenas que se montan!

 

La culpa es de las mamás, ¡ya no aguantan nada!

¡Ya no las hacen como antes!

Ésa, si encuentra marido, ¡será un milagro! 

Defienden el aborto, ¡mejor que no cojan!

¿Mi hijo? ¡No, imposible! Mi hijo es un caballero, todo un hombre.

 

Los príncipes quieren princesas, los machos también; y de preferencia, servil.

 

El resultado en pleno cierre de 2024 da escalofríos. E impotencia. Y coraje.

 

Según datos del sector salud, en México el 92.3% de las víctimas de violencia sexual que fueron atendidas en hospitales del país, y cuyas edades fluctúan de entre 1 y 17 años, fueron mujeres así como el 87.9% de las víctimas atendidas por violencia familiar, dentro del mismo rango de edad.

 

Los datos son duros y reflejan una realidad que difícilmente podrá revertirse a corto plazo. La violencia de género está presente en toda la población y aunque hay estudios que apuntan a que las mujeres con menor nivel educativo son más propensas a sufrir violencia, ciertamente esta sucede en todos los estratos sociales y culturales. 

 

La  violencia de género física, sexual, psicológica y emocional así como la económica, familiar y laboral permean aún a las generaciones más jóvenes de mujeres pese a que según el Índice de Paz México 2024 refiere que “entre 2011 y 2021, la prevalencia de mujeres que experimentaron violencia económica disminuyó de 35.3% a 27.4%” y lo atribuyen a la independencia económica, mientras que también señalan que en la última década la violencia familiar, sexual y psicológica aumentó. 

 

De qué sirve que los números en 2021 reflejaron que las mujeres son las más “estudiadas”: en el programa de Licenciatura, el 53.6% fueron mujeres; en el de Maestría representaron el 57.8%; y en el de Doctorados el 51.1%, si aún así las violan, las golpean, las matan.

 

Las cifras no mienten. Tampoco son “otros datos”. Son y hablan de manera tajante.

 

En México, de acuerdo con datos del INEGI publicados a 2023, las mujeres entre 12 y 17 años son más discriminadas que sus pares hombres; asimismo, en este rango de edad, en las escuelas son las más “bulleadas”, sufren mayor acoso escolar que los estudiantes hombres; son también ciberacosadas en mayor medida.

 

Y así se pueden seguir consignando porcentajes, números y hechos, pero… incluso la realidad diaria supera todo con tan solo unos cuantos ejemplos. Ahí está el caso de Diego N que a través de IA  ejerció violencia digital contra sus compañeras y vendió pornografía; Cristian N que medio mató a golpes a su novia; el productor estrella de TV que en entrevista y a carcajadas “confiesa” como el pasillo de las estrellas está repleto de mujeres “con las que ya, ya, ya…”; Alan N que asesinó a su novia…

 

Las mujeres deben educar y educarse sin miedo, sin prejuicios, sin sometimientos. Con una visión libre de tabúes, de creencias erróneas, de crianzas demeritorias, faltas de visión y amplitud mental.

 

Hay que educar y empoderar mujeres. Hay que criar hombres sororos, empáticos, dispuestos.

No más cenicientas, mucho menos princesas. 

Jamás príncipes, nunca más machos. 

 

Urge dejar de criar hijas e hijos acorde al libreto de la feminidad y masculinidad tradicional. Seguir por ese camino circunscribe a ambos a perpetuar los roles de sumisión y machismo. Y todas conocemos el resultado. Violencia silenciosa o letal. O cualquiera otra con sus múltiples rostros.

 

Por más derechos ganados, las mujeres siempre llevan las de perder. Perder la vida. Perder a los hijos. Perder las demandas. Perder, perder, perder.

 

Soñar no cuesta nada, a propósito del año nuevo que se avecina. 

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