Por Claudia Pérez Atamoros
Así se expresó el ex presidente Miguel Alemán al enterarse del nombramiento de la doctora Rosa Luz Alegría como la primera mujer secretaria de Estado en México, en el gabinete de José López Portillo en clara, ¡clarísima! alusión a la relación extramarital que mantenían…
(Expediente Ultra)
¡Qué fuerte!, ¿ no?
Corrupciones de toda índole se dieron durante aquel sexenio; en sus relaciones con el poder, con su entorno y, por supuesto, las más populares las amorosas… porque López Portillo era bien ojo alegre.
Sus andadas se convirtieron en memorables por anecdóticas y en deplorables por escandalosas.
Si no me creen, pregúntenle a Lyn May.
Para enumerar la cantidad de sucesos de alcoba que han acontecido alrededor del poder político mexicano habría que recurrir a la elaboración de varios tomos…
Y no exagero, créanme.
Durante una gira a Puerto Escondido, Oaxaca, ambos se descararon, agarraditos de la mano y echándose miradas de borrego a medio morir comprometieron a la prensa a reunirse con ellos en ese mismo lugar en el año 2000….
Ya todos sabemos lo que pasó después.
Al término del sexenio vino el rompimiento…
Los periódicos comenzaron a especular con otros romances…
Jolopo se separó de Carmen Romano y comenzó una relación con la actriz Sasha Montenegro.
Poco antes de morir López, su primogénito aquel al que definió como “orgullo de mi nepotismo” acusó a la ya para entonces esposa, de maltratar y golpear a su padre.
¡Ay, pobrecito!
Al lado de Sasha, López “PorPillo”, vivió y disfrutó de La Colina del Perro. Aquella casa, emblema de la monumental corrupción sexenal fincada en un terreno de 12 hectáreas…
De Rosa Luz cuentan que nunca se recuperó de aquella pérdida de amor y poder y que poco a poco fue perdiendo la razón hasta acabar un día en medio de una calle empedrada en San Jerónimo -según narra Alfonso Diez- desnuda echando balazo a destajo y completamente desubicada.
Un archivo desaparecido por obra y gracia de la consabida corrupción.
Años más tarde, volvió a contarse otra historia de pistola y balazo, uno que se dio en la nalga y le salió por el abdomen, a saber dios cómo, mientras andaba vacacionando en Morelos… la versión oficial tampoco cuadra.
La inteligencia de Rosa Luz Alegría así como su emblemático nombramiento se vio opacado por la intimidad con Jolopo y por sus desplantes y rarezas.
Cuenta la vox populi que solía desplazarse en un Jaguar clásico, modelo 1964 y que vivía en la calle de Magnolia en una casa adquirida tras sus veloces ascensos en la política mexicana.
Mujer de controversia por su actuar y su sentir, una vez finalizado el sexenio desapareció del ojo público y no fue sino hasta 1999 que dio la última entrevista al programa Mujeres y poder en donde dejó en claro que su vida privada era privada. Y ni tanto…
Fue esposa del primer hijo de Luis Echeverría, con quien tuvo un hijo. Y antes, fue novia de Marcelino Perelló, allá en los 60s, cuando andaban de líderes estudiantiles del movimiento del 68.
Ambos personajes de la política mexicana, Jolopo y Rosa Luz, fueron los protagonistas de muchas anécdotas de ocasión.
En los rotativos del país se escribieron sobre ellos muchas líneas ágatas, porque cuando no era una era otra.
Se contaron infinidad de chistes y rumores.
Uno tras otro que acumulaban tirajes y ocho columnas.
De aquella mujer que por 27 meses se convirtió en la primera secretaria de Estado, solo queda el recuerdo del escándalo. Hoy tiene 80 años y solo dios sabe dónde y cómo vive.
Su talento no trascendió.
Su inteligencia no sobresalió y su logro como primera secretaria de Estado se opacó; en el imaginario popular se perpetuó aquella vida privada que como mujer pública jamás negó.
*Claudia Pérez Atamoros, reportera, libretista y copywriter.
Hoy, investiga, escribe y cuenta.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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