Por Claudia Pérez Atamoros
ALEJANDRA JÁIDAR MATALOBOS
La Primera Física de México
Alejandra Jáidar Matalobos, rompió barreras y construyó puentes que hoy perviven y sentó las bases del respeto a las mujeres científicas y la difusión de la ciencia en espacios populares y al alcance de todos.
La historia de la ciencia en México está marcada por figuras pioneras que desafiaron las normas establecidas y abrieron camino para nuevas generaciones. Entre ellas, Alejandra Jáidar Matalobos destaca como una de las más influyentes. Física, divulgadora, educadora y ferviente defensora de la equidad de género en la academia, su legado no solo radica en sus contribuciones científicas, sino en su esfuerzo incansable por acercar el conocimiento a toda la sociedad.
Alejandra: Pionera de la Innovación y Voz Inspiradora para las Mujeres en STEM
En el escenario científico mexicano, la figura de Alejandra Jáidar Matalobos sobresale por su natural innovación y perseverancia. Con una visión única que fusionó el rigor académico con su sensibilidad humana; su historia es un testimonio de cómo la pasión y el compromiso pueden transformar obstáculos en escalones hacia la grandeza.
Nacida en Veracruz el 22 de marzo de 1938, Alejandra Jáidar enfrentó desde muy joven obstáculos para acceder a la educación superior. En una época donde la ciencia estaba dominada por hombres, su determinación la llevó a la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde en 1961 se convirtió en la primera mujer en graduarse como física en México. Su tesis sobre la energía de los núcleos atómicos ligeros marcó el inicio de una brillante carrera en la investigación, la enseñanza y, desde luego, le abrió paso a un mundo dominado por varones que aprendieron a respetarla y admirarla muy rápidamente.
Más Allá del Laboratorio: La Ciencia al Alcance de Todos
A pesar de su pasión por la física nuclear experimental, Alejandra Jáidar comprendió que la ciencia debía ser accesible para todos y no un conocimiento exclusivo de unos cuantos privilegiados especialistas. Con esta visión, lideró iniciativas para divulgar la ciencia en un lenguaje claro y atractivo, convirtiéndose en una de las voces más influyentes en el campo de la divulgación científica en México. Coherente hasta el tuétano con aquello que solía decir: “El amor a la ciencia se resume en una sola palabra: compartir”.
Alejandra Jáidar Matalobos sostenía con firmeza que el desarrollo científico de México estaba intrínsecamente ligado a la existencia de textos científicos en español. Consideraba que era una responsabilidad de las universidades editar y difundir obras en nuestro idioma, de modo que el conocimiento no quedara confinado a un círculo reducido de personas que tenían acceso a textos en otros idiomas. Para ella, la divulgación era una forma de compartir la pasión y el rigor que implica el hacer ciencia, evitando que ésta se convirtiera en un privilegio aislado o un mero ejercicio de vanidad intelectual:"Compartir el conocimiento científico es divulgarlo", afirmó en un artículo de 1977 en donde enfatizó que la ciencia auténtica trasciende al laboratorio y debe estar al alcance de toda la sociedad.
Fue pieza clave en la creación de la colección "La Ciencia desde México", hoy conocida como "Ciencia para Todos", del Fondo de Cultura Económica. Una serie de libros que coordinó en sus inicios -tuvo a su cargo la publicación de más de 60 textos- que fueron diseñados para acercar el conocimiento a estudiantes y lectores no especializados. Su empeño en la democratización del conocimiento también se reflejó en su impulso para la creación del Túnel de la Ciencia en la estación del metro La Raza en la Ciudad de México, un museo interactivo que continúa despertando vocaciones científicas en miles de personas cada día.
Un Camino de Lucha por la Equidad en la Ciencia
Alejandra Jáidar Matalobos no solo tuvo que enfrentarse a los retos de su disciplina, sino también a los prejuicios y barreras que limitaban el acceso de las mujeres a la ciencia. Su historia es un testimonio de resistencia y persistencia en la búsqueda de la equidad de género en la academia. Como científica y educadora, se dedicó a impulsar a las nuevas generaciones de mujeres a incursionar en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), abriendo espacios y creando oportunidades para su desarrollo.
Además, como miembro de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Tecnología (SOMEDICyT), promovió encuentros y proyectos para reforzar la cultura científica en el país. Su visión sobre la importancia de la educación y la equidad sigue siendo un referente para quienes buscan construir un futuro más inclusivo en la ciencia. Fue, es y debe seguir siendo, inspiración y ejemplo. Su obra debe ser recordada todos los días y hacerse presente en cada niña, en cada adolescente que sueña con cursar una carrera STEM.
Un Legado Eterno
Alejandra Jáidar falleció prematuramente –tenía 50 años- el 22 de septiembre de 1988, dejando un impacto imborrable en la comunidad científica y educativa de México. Su nombre ha sido inmortalizado en el Instituto de Física de la UNAM y en numerosas iniciativas que reflejan su pasión por la divulgación del conocimiento.
Su lucha por honrar a los pioneros, como el físico Manuel Sandoval Vallarta—cuyo traslado a la Rotonda de los Hombres Ilustres es hoy un símbolo del reconocimiento a la ciencia mexicana—es un reflejo de su compromiso con la memoria y la dignidad de quienes abrieron el camino. Con obras dirigidas incluso a los más pequeños, como su libro Biografías para niños. Manuel Sandoval Vallarta, logró que la historia y la labor de los grandes científicos se volvieran accesibles y comprensibles para la infancia, sembrando las semillas de futuras vocaciones.
Hoy, su historia nos recuerda que la ciencia no solo se trata de experimentos y ecuaciones, sino de compartir el conocimiento para transformar vidas. Su legado nos invita a derribar barreras, a hacer de la ciencia un derecho y no un privilegio, y a inspirar a nuevas generaciones a soñar en grande. Porque, como Alejandra Jáidar demostró, el verdadero poder de la ciencia radica en su capacidad de ser compartida con el mundo.