Por Claudia Pérez Atamoros
De la mano de mi madre. Así la conocí. A la periodista de Sociales, a la madre de todas ellas. Antes que ella, ninguna. Como ella, ni una. Después de ella, nadie. Con su muerte murieron las secciones de sociales a “su imagen y semejanza”. Nunca más ninguna, ni una, nadie. Fue la “quintaesencia de la cursilería” de la crónica de sociales en México a partir de 1937 y durante las siguientes tres décadas.
–Para que se quite el hipo, ¡aguanta la respiración!, me dijo y apretó mi mano.
No tuve oportunidad de obedecer. Nomás de ver a aquella mujer enorme, dejarse venir a paso lento pero firme hacia nosotros (a pesar de verse cargada de años, muchos años, contoneándose, cantando sin vergüenza alguna, con aquella cosa enorme en su cabeza, llena de plumas -la cosa aquella, no su cabeza-) el hipo desapareció, no mágicamente sino por el sustazo que me llevé. Hasta entonces, en mi muy corta vida, jamás había visto a alguien así de, así de… de apabullante. Era el año de las olimpiadas, México 68. Su nombre: Rosario Sansores.
YO NO MIENTO
Era la reina del periodismo de sociales. Podía y escribía la genealogía de los “socialités”. La sabía, hurgaba en sus vidas. Nada se le iba. No mentía en sus notas. Si en un evento decían que dieron caviar y sirvieron charales, sirvieron charales, escribía. Reporteaba como si en ello le fuera la vida. Nunca por teléfono. Amaba la cursilería. Odiaba las frases clichés, las hechas, tanto como la detestaba Elvira Vargas, la otra estrella del periodismo -no de sociales- en Novedades y de quien ya conté su historia. No se caían bien, supongo, porque ambas eran aguerridas y a su modo buscaban abrir brecha a las mujeres. Elvira cubriendo la nota política, con tesón y hasta con “hombría” mientras que Rosario, a través de sociales y de su columna “Rutas de Emoción”, transmitía a las generaciones el valor de “comportarse como damitas”.
LAS MUJERES NO BAILAN CON MUJERES
Conservadora a cabalidad. Cuenta Elena Poniatowska que, durante un crucero juntas por el caribe, la sacó a bailar y Sansores le negó su mano y el baile: “¡las mujeres no bailan con mujeres!”. Esas eran, entonces, “las buenas costumbres, el saber comportarse en sociedad”.
Fue una mujer que “aguantó vara”. La describieron siempre de manera hiriente, por su forma de escribir, de vestir y de vivir: “La enmohecida del género de sociales”; “el lirismo alborozado de una cronista como Rosario Sansores; “el sentimentalismo ridículo”, “la cursilería ramplona de ese papagayo empeñado en cantar que es Rosario Sansores”. Ella, ni se inmutaba. A todas luces era feliz siendo quién y cómo era, ¡que el mundo seguía su curso!
CURSI, CURSI…
A Elia D´Acosta le confesó que “las mujeres tenemos que amar, porque sin amor no se puede vivir”. Cursi y tradicional, sí, hasta el tuétano. Se casó a los 14 años. Quedó viuda y con 2 hijas a la edad de 29 años. “Casada, vivió en La Habana, Cuba, donde se inició como periodista en el Diario de la Marina y Bohemia”. Al enviudar, regresó a México en 1932. “Pionera femenina de la crónica de sociales, colaboró en las revistas Hoy y Todo, y desde 1937 en Novedades, con su columna "Rutas de emoción"; escribió en El Pueblo, La Familia y en el Diario de la Tarde, en la Revista de Yucatán y en el Eco del Comercio, de Mérida, Yucatán, y en algunas publicaciones de otros países de América Latina”.
“Rosario Sansores, poeta y periodista, es considerada como la creadora de la nota de sociales en los periódicos”. Todas y todos querían imitarla. No en vano escribió la columna más leída de Novedades durante tres décadas. Un poco de justicia. La melcocha nunca le quitó su conciencia social.
El libro azul de la sociedad mexicana es un directorio de su autoría con información biográfica y social de México. En su texto,” Indulgencias con rosario ajeno", publicado en El Pueblo, 1937, muestra su nacionalismo y su posición antiimperialista. Escribe una severa crítica al reparto agrario que realiza el entonces presidente Cárdenas; "no son suyas esas tierras sino herencia sagrada que, de padres a hijos, ha pasado hace muchísimas generaciones, estas fincas representan dinero y son dinero que se les arrebata a sus legítimos poseedores [...]".
En contrapartida, “En Puebla, el ex cónsul Mr. Jenkins sigue en posesión de sus nueve haciendas sin que una sola hectárea de terreno le sea arrebatada. En Chihuahua un norteamericano posee una hacienda, que según un amigo mío que estuvo por esos lugares se necesitan tres días largos para recorrerla en toda su extensión, y a ese tiempo no le ha llegado la de malas, pues continúa explotando y ganando dinero a manos llenas, ¡La risa que debe darles ver como a nosotros se nos despoja de todo mientras a ellos se les respeta!”.
MUNDIALMENTE FAMOSA
Su poesía trascendió fronteras. Varios poemas suyos fueron musicalizados. Seguramente alguna vez habrás escuchado su poema “Cuando tú te hayas ido” escrito en 1933 y que formó parte de su poemario "La novia del sol”. Este es quizá el más famoso dado que fue retomado, en 1936, por el músico ecuatoriano Carlos Brito (quien más tarde pondría música a otros dos: Alas rotas e Imploración) y hecho canción bajo el título de Sombras. Interpretado a lo largo de 89 años por diversos cantantes alrededor del orbe. ¿Qué no? Escucha y verás que sí.
En El breviario de eros, poemario de tema erótico, “da rienda suelta a la embriaguez de los sentidos, al mismo tiempo que identifica el amor con la belleza como un fin en sí mismo”. El músico español Enrique Belenguer también musicalizó otro poema, Nostalgia. El compositor cubano Ernesto Lecuona le puso música a Palomita blanca
Rosario Sansores Prén nació en la blanca Mérida, Yucatán, un 25 de agosto de 1889 y murió en el entonces Distrito Federal el 7 de enero de 1972.
Perteneció a una generación de mujeres periodistas y poetas que se convirtieron en ejemplo y emblema. Se codeó con Concha Urquiza, Laura Méndez Cuenca, Beatriz Carlota Portugal… Concha de Villarreal, Elvira Vargas, Adelina Zendejas, Indiana Nájera. Formó parte del grupo “Veinte Mujeres y un Hombre” fundado en 1967. Su escritura periodística y poética correspondió siempre a la educación que entonces recibían las mujeres. Ella fue educada e instruida a finales del siglo XIX y principios del XX.
NO TODO FUE BANAL
Además de los artículos de opinión en donde criticó a presidentes y servidores públicos, Rosario Sansores también se caracterizó por la generosidad de su pluma, la cual utilizó una y otra vez en favor de todos aquellos que le pedían ayuda o bien que ella se enteraba necesitaban algún tipo de apoyo. Amigos, lectores, indigentes…
Así quedaron consignados para la historia “Chimalistac, la cuna de Santa” en donde daba cuenta de la precaria situación económica en que vivía el escritor Federico Gamboa.
Por otro lado, también pidió ayuda para su otrora amor, el autor Barba Jacob, colombiano -a quien acompañó hasta su muerte- pues se encontraba grave y requería con urgencia de una operación.
El amor a su profesión fue ejemplar. Día tras día escribió de manera consuetudinaria y hasta obsesiva. Fue una romántica empedernida. “Las novias parecen nubes de tul (...). Acepto mi romanticismo como una contrapartida del esnobismo intelectual que invade a tantos (...)”.
Diversos documentos refieren la envidia que le tuvieron sus contemporáneas por ser una periodista tan cursi cursi pero muy leída y comentada. Sus lectores esperaban ansiosos la publicación de su columna. Para todo mundo tenía un consejo que llamaba a rescatar los valores perdidos, como escribió al final de su columna El divorcio, un negocio, de agosto de 1969: "Vivimos una época de mercantilismo en la que todo se compra y todo se vende. Hasta la amistad, ese bello sentimiento del alma se supedita a la conveniencia, lo que no deja de causarnos tristeza a los pocos románticos que aún tenemos fe en un amigo y confiamos en él, sin ponernos a mirar si tiene cuenta en el banco".
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