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“El pueblo cuando se le defrauda, cuando se hace de la democracia un mito, utiliza su más sutil arma: la risa… La sátira siempre se traduce en frases… caricaturas…”

Los presidentes dan risa. Magdalena Mondragón, 1948.

Por Claudia Pérez Atamoros

Todo comenzó en una comida.

¿Existen muchas cartonistas políticas mujeres en México?, pregunté a eLe caricaturista editorial en Opinión 51.

No, fue la respuesta que obtuve.

¡Y qué cosa me dijo! El resultado es esta investigación periodística que da coherencia y validez a las respuestas que encontré.

¿Las encontré? Ustedes dirán.

Especial mención merece la tesis Mujeres caricaturistas del siglo XX en México realizada por Rosa Martínez Guzmán que, para obtener el grado de licenciatura en Ciencias de la Comunicación presentó en 1999 (cuya investigación comenzó dos años antes) y en donde logró encontrar a once caricaturistas femeninas. Un trabajo supervisado por la talentosa maestra y periodista Elvira Hernández Carballido y que, sin duda, marcó un hito en el entorno de investigación sobre la caricatura femenina en México por su pulcritud y muy bien lograda documentación. De hecho, tras todo lo olfateado para este reportaje puedo asegurar que de ésta se han derivado una gran pero gran cantidad de publicaciones que, por cierto, han obviado darle el crédito correspondiente. Ella menciona a Emma Best, Isabel Villaseñor, Palmira Garza, Alicia, Ana Luisa Barreto Sánchez, Guadalupe Rosas Zambrano, (Landy) Patricia Aguilar Palafox, Cecilia Pego Márquez, Cintia Bolio Márquez, Jazmín Velasco Reynaga (Jotavé), Cristina Martínez del Campo.

Para 2007, el investigador Agustín Sánchez González tenía publicados 3 de sus libros: Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana (1997, incluye 7 mujeres; Alicia, Emma Best, Guadalupe Rosas, Jotavé, Landy, Palmira Garza y Pego) Las moneras llegaron ya (2003, incluye la ficha de cinco de su trabajo anterior: Bolio, Rosas, Jotavé, Palmira y Pego  y menciona a Alicia y Landy y suma a Nahui Olin, Luzbel, Erika Martínez, Bibi Ayala, Cristina, Alma Ontiveros y Jesusa Rodríguez) y 7 Moneras (2007, incluye a las de sus trabajos anteriores e incorpora solo a una nueva: Gallut). De tal forma que en sus tres trabajos documenta a 16 moneras. La lista de Sánchez no incluye ni a Isabel Villaseñor ni a Ana Luisa Barreto recabadas por Martínez Guzmán.

En otra tanda de documentos Felipe Gómez de la Carnegie Mellon University en Estados Unidos, titulado Cómics “femeninos” y feministas en el México del siglo XX: de la representación a la auto designación, aporta otros nombres: Araceli Sollano, Ma Monera, Aideé Utrera y Carmen Os. Por otra parte, Francisco Javier Portillo (Alan), en 2002 publicó La caricatura periodística y mencionó a Teresa Dietz, Anaconda, Mar y Gab. Haciendo un total de 26. Al parecer, estas 26 mujeres conformaban para los investigadores en la materia, el mundo femenino de las moneras, aunque no logro entender por qué si algunos nombres son extraídos de libros insignes de la historia de la caricatura en México, los especialistas omitieron la inclusión de algunas que yo, más adelante en este texto, si lo haré dado que cumplen con las características necesarias para ello pero, sobre todo, porque están consignadas en esos libros (La caricatura en México de Rafael Carrasco Puente e Historia de la caricatura en México de Guadalupe Zuno) y en otros documentos serios que así las validan como en los producidos por el del afamado Rius.

Moneras por aquello de que hacen monos. Dibujantes porque como sostiene Quezada les define de mejor manera; caricaturistas dado que ellas hacen sátira a través de los trazos; cartonistas, es quizá el término menos acertado por aquello que proviene del inglés cartoon pero que, sin embargo, es ampliamente utilizado. ¿Historietistas? ¡Pues también! dado que hacen monos a través de trazos con un sentido satírico de opinión social, cultural, político…

En el mundo de los moneros, en el internet, en varias tesis, documentos e inclusive libros, la pregunta persistente es la misma ¿por qué hay tan pocas moneras en México?

A decir de muchos es una ausencia (¿escasez?) a nivel mundial y cuya poca presencia se alude con respuestas francamente machistas… A través de todo el trabajo de campo y hartos clavados en un mar de papeles, en este reportaje se concluye que es una mezcla entre machismo y emolumentos. Sí, para las mujeres caricaturistas nunca hay suficiente dinero para pagarles y, por obvias razones, buscan otros horizontes dentro del arte que les redunden beneficios económicos y que les permitan vivir: la ilustración, la pintura, el grabado, los tatuajes, las caricaturas comerciales, la publicidad, la escritura, el periodismo, etc.

Son pocas, parecen pocas y las pocas que aparecen, aparecen poco y poco rastro dejan y cuando lo dejan, sus huellas son tan endebles que no conducen a ninguna certeza.

¿Son pocas?

Tras este reportaje –al final– serán, al menos, más de las que eran.  Aunque ciertamente no todas  cartonistas políticas, pero sí de opinión.

El conteo actual va en varias docenas, pero siguen siendo pocas y para la visión masculina “una golondrina no hace verano”, “son estrellas fugaces”, o como Sánchez González me dijo “el criterio es que, si nunca han estado en un periódico nacional, eh, no creo que sean caricaturistas… si no han hecho trabajo en medios nacionales o tienen una presencia importante pues no las considero porque no todo el que ha hecho una caricatura puede ser caricaturista”.

Mi trabajo consiste en nombrarlas, echar al ruedo sus nombres y que los expertos capoteen sus talentos. Y den, ellos, la estocada final. Para mí la faena ha sido inolvidable.

¡Zas!

Continuará…

@perezata

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