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Por Consuelo Sáizar de la Fuente

A Ana Olabuenaga, cuyos pasos siempre me permite acompañar.

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Este 8 de marzo será diferente a todos los que hemos vivido anteriormente. Y a todos los que vendrán. Será el último en que llegaremos al zócalo y el Palacio Nacional estará habitado por un presidente.

El 8 de marzo de 2025, México será presidido por una mujer. 

Mañana, al caminar, sabremos que es el crepúsculo de un tiempo en que nuestro mérito mayor era romper techos de cristal, y que a partir del 1 de octubre estaremos habitando un tiempo nuevo, de esperanzas cumplidas y condiciones inéditas para todas nosotras.

Hoy marcharemos con la impronta de dos candidatas presidenciales, y con el recuerdo de lo que han construido a lo largo de su vida.

Aquella marcha histórica del 2020, en el preludio del tiempo negro de la pandemia, inició el 7 de marzo con una cadena humana y concluyó el 9 con un llamado al silencio, por todas aquellas que ya no podían hablarlos di

Nos vestimos de rosa y morado, nos citamos en el monumento a la Revolución, nos tomamos de las manos y llenas de rabia y tristeza, de impotencia y ansiedad, empezamos a cantar la “Canción sin miedo”, de Vivir Quintana.

Esa multitud inédita de mujeres de diversas edades le arrebató al presidente Andrés Manuel López Obrador el monopolio que detentaba sobre el espacio público desde el 2018, al tomar posesión de la presidencia.

Desde aquel día inolvidable se marcaron las diferencias entre las dos mujeres que hoy contienden por la presidencia.

Una, Claudia -poderosa e insensible jefa de gobierno- se empeñó en cerrar el Zócalo a nuestro reclamo, montó vallas para apresarnos e impedir nuestro avance, y envió a sus equipos de seguridad a gasearnos; alguien que llegará a la elección con la imagen de un forcejeo inconcebible con su compañera de fórmula, una mujer de luchas y de masas, Clara Brugada.

La otra, Xóchitl, una mujer sin partido, siempre al lado de la sociedad civil, está acompañada en su campaña por tres ex candidatas presidenciales (Cecilia Soto, en 1994; Josefina Vázquez Mota, 2012; y Margarita Zavala, 2018) con las que ha establecido una relación de respeto y admiración mutua. Xóchitl ha marchado siempre sabiendo lo que es la adversidad para una mujer que habitó la periferia, que desafió al centro, y que vive en carne propia la adversidad de alguien de su sangre.

Las que marcharemos mañana somos las que tenemos conciencia que será la última marcha, pues, con un presidente hombre en Palacio; pero también sabemos que somos contemporáneas de la que será la primera mujer presidenta de México.

Somos las que acompañaremos a Xóchitl en su paso por ese pasillo largo del poder que solo han recorrido los hombres hasta ahora.

Y a la manera de Marguerite Yourcenar, quien cuando ingresó a la Academia Francesa, mencionó que llegaba acompañada de las sombras de mujeres que debieron haber ingresado antes que ella; o como Cristina Rivera Garza, a quien en su ingreso al Colegio Nacional acompañaron las memorias de Rosario Castellanos, Elena Garro, Beatriz Ramírez de la Fuente, y la presencia de Sara Uribe y Denise Dresser, en su toma de posesión a Xóchitl la acompañarán la memoria de Antonieta Rivas Mercado, Amalia González Caballero de Castillo Ledón, Marcela Lombardo Toledano, y de todas aquellas pioneras de la democracia, cuya lucha primera es que las mujeres pudiéramos votar.

Xóchitl será la primera presidenta mujer mexicana. Y abrirá, acompañada de todas y de todos, las puertas de Palacio Nacional.

Hoy, empezaremos a celebrar la página más brillante de la historia de las mujeres mexicanas, y el 1 de octubre cantaremos el himno nacional como nunca.

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@CSaizar

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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