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Hoy, querida Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor, cumples 90 espléndidos años. Y hoy, todas las escribientes de Opinión 51 queremos abrazarte en nombre de la admiración.

Te abrazamos por haber escrito Lilus Kikus y los sueños que surgían leyendo en aquella oscuridad que conjuraban sus uñas llenas de sol.

Por haber perseguido a Josefina Bohórquez para transformarla en la indomable Jesusa Palancares de Hasta no verte, Jesús mío.

Por haber mostrado el amor intenso y desesperado de Angelina Beloff en Querido Diego, te abraza Quiela.

Por haber dotado en La noche de Tlatelolco de un poder coral a los estudiantes que vivieron aquella tarde negra de la Plaza de la Tres Culturas y que encontraste hundidos y descolocados en la cárcel de Lecumberri.

Por haber sido la generosa huésped que facilitó el espacio para que se pudiera fundar Siglo XXI Editores, uno de los proyectos intelectuales más sólidos e indispensables de la vida cultural de nuestro México, y contribuir así que don Arnaldo Orfila Reynal pudiera continuar con la conversación pública que había iniciado cuando estuvo al frente de la dirección general del Fondo de Cultura Económica.

Por tus casi 70 años de ejercer un periodismo que se propuso dar volumen a la voz de los que nadie escucha.

Por tu fidelidad a La Jornada, a Fem, a Debate feminista.

Por ser la testigo de aquel puñetazo de Mario Vargas Llosa a Gabriel García Márquez que hizo añicos al boom literario latinoamericano, y por intentar paliarlo colocando un filete de carne cruda en el ojo de Gabo.

Por ser la interlocutora de Gaby Brimmer, y dar un espacio literario a la inclusión y a los derechos de las personas con discapacidad.

Por haber conversado con Todo México y darle un espejo al país a través de tus entrevistas, que son un crisol de personajes protagonistas de la cultura popular, la alta cultura y la cultura de masas.

Por Nada, nadie: las voces del temblor, que hizo eternos aquellos instantes de terror.

Por haberle dado a nuestro país ese lienzo prodigioso del siglo XX mexicano a través de la vida y los ojos de tres mujeres: Tina Modotti (y tu Tinísima), Guadalupe Marín (en Dos veces única) y Leonora Carrington (en Leonora), y sus maneras tan diferentes de vivir su ser mujeres y de relacionarse con los hombres que eligieron amar.

Por tu contagiosa admiración a Rosario Castellanos y a Elena Garro, y por mostrar y ampliar los caminos de la escritura a todas las que pertenecen a tu estirpe.

Porque cada vez que parece que el mundo deja de ser infinito muestras una nueva piel del cielo.

Por ser la primera mujer en ganar el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en Lingüística y Literatura 2002.

Por ser la única mujer de los seis mexicanos que han ganado el Premio Cervantes.

Por Mane, Felipe y Paula, por sus hijos, tus amados nietos.

Por tu sonrisa y por cantar al lado de Los Tigres del Norte.

Por la lealtad a tus convicciones políticas y por tu respeto a quienes no las compartimos.

Por todas y cada una de las razones que cada quien elige como argumento para volverte única en su universo personal de la admiración.

Por las cabritas y las indómitas.

Por tu brío.

Por tu templanza.

Por precursora.

Por indomable.

Por disruptiva.

Por solidaria.

Por infinita.

Querida Elena, te abraza México.

@csaizar

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