Por Consuelo Sáizar de la Fuente
Mario Vargas Llosa ha ingresado hoy a la Academia Francesa, es decir ha sido reconocido por sus pares con lo que sus lectores -y los incontables premios, incluyendo el Nobel- ya le habían otorgado desde hace décadas: eso que llamamos inmortalidad.
Es el primer escritor que entra en la Academia Francesa -fundada en 1634 por el cardenal Richelieu-, que lo hace sin obra original en lengua francesa pero con una pasión que inició a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado, y que se consolidó en su primer viaje a la ciudad luz en enero de 1958, como premio por haber ganado el primer lugar de un concurso al que convocó “La Revue Française”, con un cuento llamado «El desafío», que figuraría después en Los Jefes, el primero de sus libros, que publicó en 1958.