Por Cristina Gutiérrez

El 16 de marzo de 2003, Rachel Corrie murió en Gaza aplastada por una excavadora militar israelí, mientras ella y otros miembros del Movimiento de Solidaridad Internacional intentaban pacíficamente evitar la demolición de una vivienda palestina. Rachel, activista estadounidense, tenía 23 años y viajó a Gaza para ayudar y solidarizarse con los palestinos que viven bajo la ocupación israelí desde hace más de 50 años. Durante su estancia en Gaza, Rachel participó en diversas protestas contra las acciones llevadas a cabo por el ejército israelí, las cuales incluían demoliciones arbitrarias de viviendas palestinas. El 16 de marzo, como en varias ocasiones anteriormente, Rachel se paró frente a un bulldozer israelí con la esperanza de evitar la demolición de la casa de una familia palestina local pero esta vez fue aplastada hasta la muerte cuando el conductor la atropelló repetidas veces. A pesar de las demandas presentadas por sus padres contra las autoridades israelíes, este crimen permanece impune hasta la fecha.

El pasado 6 de septiembre, veintiún años después, la activista estadounidense de origen turco, Aysenur Ezgi Eygi, fue asesinada a disparos por tropas israelíes mientras participaba en una manifestación contra la expansión de los asentamientos judíos en la ciudad de Beita, en la Cisjordania ocupada. Eygi, de 26 años, que también formaba parte del Movimiento de Solidaridad Internacional, viajó a Gaza para participar en una campaña para proteger a los agricultores palestinos de la violencia de los colonos israelíes y fue asesinada a sangre fría por un francotirador. 

Ante estos hechos, el ejército israelí declaró que la víctima “probablemente fue alcanzada de forma indirecta y no intencionada por disparos que no iban dirigidos contra ella”. Por su parte el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, manifestó que Estados Unidos está "profundamente perturbado" por esta "muerte trágica" e indicó que contactarían al gobierno israelí para exigir una investigación sobre lo ocurrido. La familia de Eygi pidió una investigación independiente sobre su muerte, pues considera que una indagación conducida por Israel no sería justa ni adecuada. Habrá que esperar para ver si esta vez sí habrá consecuencias para los responsables o si nuevamente las acciones criminales del ejército israelí quedarán impunes.

El asesinato de Eygi se produce en medio de un aumento en la violencia en Cisjordania desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás en octubre pasado, con un incremento en las redadas israelíes, agresiones de los colonos israelíes contra palestinos y ofensivas militares más severas contra las manifestaciones palestinas. Se estima que casi 700 palestinos han muerto desde el 7 de octubre en Cisjordania, territorio gobernado por la Autoridad Nacional Palestina y sin presencia del grupo Hamás. 

A lo largo de los últimos 57 años, desde el inicio de la ocupación israelí de los territorios palestinos en 1967, el gobierno de Israel ha violado sistemáticamente los derechos humanos básicos de la población palestina en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental. El reciente asesinato de Eygi, aunado al de Rachel Corrie en 2003, ponen de manifiesto el desprecio que ostenta Israel ante la vida y los derechos humanos básicos de todo aquel que se oponga a su proyecto colonialista de abuso y opresión contra la población palestina, independientemente de su nacionalidad. El derecho a la manifestación pacífica es un derecho fundamental inherente a todo ser humano y nadie, bajo ninguna circunstancia, debería ser asesinado por participar en una protesta. De la misma forma que nadie, en ningún lugar del mundo, debería salir impune de un crimen de esa naturaleza. Nadie, incluyendo a Israel. 

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