Por Cristina Massa
Hace poco más de un año, publiqué en Opinión 51 un texto llamado “La niña se enfrió” (https://www.opinion51.com/invitada-cristina-nina-se-enfrio/). En él narraba el pecado cardinal de una madre mexicana, que es permitir que, bajo su custodia, un crío pierda temperatura corporal.
No había entonces reflexionado en que ese es un pecado venial frente al que me encuentro cometiendo en este momento de pensamiento, palabra, obra y omisión: la mamá se descompuso.
Hace unas semanas me diagnosticaron cáncer de mama triple negativo ductal infiltrante. Suena amenazador, y lo es, aunque afortunadamente está en Etapa I y la prognosis es buena.
El cáncer de mama está razonablemente investigado y por lo tanto existe tratamiento efectivo –aunque cruento—cuando es detectado a tiempo. Tristemente la prevalencia del cáncer de mama invasivo es tal (según la OMS, una de cada ocho mujeres será diagnosticada con esta enfermedad durante su vida), que todos conocemos casos a uno o dos grados de separación. Por eso, salvo este párrafo para recordar la importancia de la autoexploración y estudios periódicos, no trataré más el tema del cáncer de mama en sí, en esta columna.
Me concentro en pensar un poco en el que había sido, junto con el de muchas otras mujeres, mi decreto y mantra hasta el pasado 24 de febrero: Yo no tengo tiempo de enfermarme. Lo había manifestado así porque mis obligaciones como proveedora económica y de cuidados de una adolescente, socia de un despacho de abogados y fundadora de una empresa de diversidad e inclusión (hoy tan vilipendiadas que hay que cambiarle el nombre al changarro), compiten constante y ferozmente con los espacios de pareja, esparcimiento y autocuidado.
Nada más en este último frente, y solo para mantener los síntomas y efectos de la menopausia a raya, se requiere despachar turno completo. La planeación de una dieta balanceada—que si los ingredientes para el caldo de huesos, el colágeno, los suplementos para tratar de dormir (¡viva el magnesio!) y ralentizar la pérdida de masa muscular y la densidad ósea. El ejercicio que combine cardio, resistencia, equilibrio y movilidad, porque la meta es primero respirar, luego poderse levantar y enfrentar al día, después no caerse y finalmente no fracturarse.
Meditación para que el cortisol no salga de paseo; ya en plan ambicioso, masajes. Gimnasia mental para ejercitar y preservar la memoria, la atención, el razonamiento matemático, la coordinación. Psicoterapia para entender y resolver los muchos pájaros en la cabeza que se convierten en palabras, acciones, hábitos, carácter y destino.
Estética mínima –uñas, tinte y corte, cejas, pestañas, depilación, faciales, maquillaje, hidratación corporal específica para cada área del cuerpo porque ni loca usaría la crema de ojos en los codos y viceversa; ropa interior y exterior, calzado y accesorios presentables, por si se ocupa.
Lecturas variadas, de placer y educación continua. Las novelas del siglo, del cuarto de siglo, de la década, del año. El análisis de las iniciativas legales para terminar con la autonomía constitucional de los órganos y devolver facultades al Ejecutivo. Los ensayos para intentar comprender cómo es que vivimos en un mundo cuya población está votando en masa para acabar con un sistema de instituciones y reglas multilaterales con protección de las minorías, y mejor ponerse en manos de bullies que impongan la ley del más fuerte; anexiones, invasiones, conquistas, muros, aranceles, violaciones a los derechos humanos en aras del nacionalismo ramplón. Todo vale. Los podcasts para tratar de discernir el uso ético de la inteligencia artificial y cosas aún más urgentes como si debo resistir la presión de mi quinceañera porque es la única de la escuela, país, continente, mundo y galaxia que no tiene Tik Tok.
Administrar la vida de la adolescente en cuestión es una chamba no menor. Cómo elegir los permisos adecuados cuando en su entorno social están normalizadas las fiestas con alcohol procurado por los padres, la compra de tenis que cuestan lo que un mes de hipoteca y las salidas sin límite de gasto. Cómo diseñar la presión académica, la actividad física y la imposición de deberes que la vuelvan un adulto responsable y no la arrojen a un trastorno alimenticio. Cómo motivar una sana imagen propia y autoestima, sin banalidad y frivolidad. Cómo mostrarle la vulnerabilidad y fallas de carácter de sus padres sin que pierda la fe en sí misma ni deje de sentirse protegida. Cómo enseñarla a querer y aceptar a la gente como es, pero resguardarse y alejarse de las amigas tóxicas. Cómo enseñarle distintos modelos de pareja y familia, sin sesgarla. Cómo elegir escuelas y actividades extracurriculares en un mundo que desprecia crecientemente el camino de la educación universitaria y el desarrollo profesional para lograr la independencia económica de las mujeres, y que las quiere regresar a la cocina y a llenarse de hijos como única vía para la restauración del orden “natural” de las cosas.
Selección de causas que apoyar para devolver a la comunidad una fracción de lo mucho que he recibido. Redes en las que participar para compartir conocimiento y solidaridad, generar negocio y acortar la distancia entre problemas y soluciones.
Atenciones sociales y afectivas: Flores de festejo, regalos cumpleañeros, notas de agradecimiento, mensajes para ver cómo va quien se está divorciando, tiene un hijo enfermo, no ha estado bien de salud, tuvo una pérdida reciente. Enviar este artículo relevante a quien me dijo que le interesaba el tema, acompañar en el baby shower, el funeral, el logro, el hospital.
Atención a los adultos mayores para quienes tenemos la fortuna, pero también la responsabilidad, de tener padres vivos y envejeciendo. Citas con geriatras y neurólogos, adecuaciones a la vida cotidiana y acompañamiento en cada nuevo síntoma del posible deterioro físico y cognitivo que viene con la tercera edad. Cuidadores, fisioterapias, asistencia en la movilidad.
Orden financiero. Pagos al corriente de hipoteca, colegiaturas, tarjetas, servicios, membresías, suscripciones, apoyo doméstico, tenencias, prediales, impuestos mensuales y anuales. Cuentas con beneficiarios debidamente seleccionados; seguros vigentes con la cobertura adecuada, testamento actualizado, liquidez para gasto corriente, ahorro para cosas previsibles (vacaciones, inscripciones, etc.), colchón para imprevistos, e inversiones conservadoras pero redituables para el futuro y el retiro.
Revisiones médicas periódicas, estudios clínicos y atención oportuna a cada signo de que algo no anda bien, sin caer en la hipocondría y el pánico. Internista, oculista, dentista, periodoncista, dermatólogo, ginecólogo. Ginecólogo. Ginecólogo. Ahí, con la mastografía y el ultrasonido mamario y la consiguiente biopsia al detectar un borde irregular en un fibroadenoma (o la bolita que sentí cerca de la axila, en castellano correcto), encontramos que, en efecto, la mama (sin acento) de la mamá (con acento) se descompuso. Resulta que si no tenía tiempo para el cáncer, tendré que hacérmelo.
Ahora hay que agarrar este asunto a bazucazos de quimioterapia, cirugía, tal vez radiación. Ya estamos en esas.
Viene ahora una etapa de hacer todo lo anteriormente citado en versión tres cuartos, un medio, un cuarto, algunos días cero. Como se vaya pudiendo. Como tenga que ser porque dejaré de ser, aunque sea temporalmente, tan eficiente, responsable y productiva como he intentado serlo. Mi tarea es hacer todo lo que esté en mi poder para que el remanente quede cubierto de alguna forma y lo que no, pues no.
¿Cómo? Poniéndose uno en manos de terceros, que es de lo que peorcito me sale. Pidiendo ayuda, que es lo que menos me gusta. Aceptando graciosamente, aunque con dolor, que mis socios y mi equipo absorban en parte el choque al negocio, para que mis clientes sigan recibiendo el servicio de la calidad y oportunidad que pagan y merecen.
¿Cómo? Tolerando que no puedo controlar ni microadministrar mi entorno de la misma forma. Armándome de paciencia para los efectos de una quimioterapia tan agresiva como esta, porque es el costo de maximizar mis posibilidades de sacar de mi sistema esta chingadera (también en castellano muy correcto), así pase la madre de todas las crudas después de cada infusión. Entendiendo que esto no nada más me está pasando a mí. Mi novio enfrenta un futuro de corto plazo (si Dios quiere) de su mujer sin pelo, sin pestañas, sin energía, sin chichis, sin libido. Nice.
Escuchando los consejos y remedios de las que ya pasaron por esto para la peluca, la neuropatía, la náusea, el chemo brain. Recibiendo el amor, las porras y los cuidados de mi fabulosa red de apoyo, pero intentando mantener mi agencia e independencia los días sin malestar. Haciendo cosas que me den gozo y me recarguen la pila, aunque haya un pendiente o siete sin atender.
Manteniendo ojo de águila para que mi niña que ya no es niña siga teniendo contención y atención, pero dejándola madurar y crecer ante este embate a la línea de flotación que es para los críos la realidad de la fragilidad de su madre.
Aceptando que no es y no va a ser lo de antes.
La mamá se descompuso. La hija. La hermana. La pareja. La socia. La jefa. La amiga. La activista. La mentora. La organizadora de piñatas. Y hay que pausar para repararlas.
El mundo seguirá girando a pesar de ello. Qué lección.
Suscríbete para leer la columna completa…