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Por Daniella Blejer

Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; 

lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal.

Jorge Luis Borges, “El Inmortal”

Hace poco, al ver el documental de Netflix titulado: “No te mueras: El hombre que quiere vivir para siempre”, recordé la novela Sostiene Pereira (Anagrama, 1994) de Antonio Tabucchi, ambientada en Lisboa en 1938 durante la dictadura que gobernó a Portugal cuarenta y un años. Cada vez que evoco la lectura me vuelve a emocionar el entrañable encuentro entre Pereira, un periodista apolítico, cuesta abajo en la rodada de la vida, que habla todos los días con su difunta esposa; y Monteiro Rossi, un joven filósofo que quiere cambiar el mundo. Pereira, que dirige un periódico cultural, al conocer a Rossi, quien ha escrito una tesis sobre la muerte, le ofrece encargarse de las necrológicas. El trabajo consiste en escribir con anticipación los obituarios de escritores célebres, aún vivos, de modo que puedan estar listos para el momento en que alguno de ellos fallezca. A partir del encuentro con el joven idealista, la vida de Pereira se verá trastocada, pronto dejará de centrarse en la relación con la difunta esposa y en la literatura del pasado para tomar conciencia de la realidad del régimen autoritario en el que vive. Al ayudar a Rossi y a otros jóvenes republicanos en la lucha contra el fascismo de Franco, se atreve a denunciar a su propio régimen y a huir de Lisboa en busca de la libertad. En cierta forma, el encuentro con Rossi disparó en Pereira la necesidad de vivir como si alguien estuviera a punto de escribir su obituario. 

Del lado opuesto del espectro de la necesaria tensión entre vida y muerte –pues solo al ser conscientes de nuestra finitud podemos apreciar el significado de estar vivos– se encuentran fenómenos como el Proyecto Blueprint de Bryan Johnson, dedicado a combatir el envejecimiento. El empresario de 47 años, en búsqueda de la longevidad, ha incluido en su rutina prácticas como la restricción calórica, la toma de infinidad de suplementos, un estricto horario de sueño, pruebas de diagnóstico frecuentes y la experimentación con terapias de plasma. Johnson, como buen empresario, ha encontrado la forma de comercializar su protocolo a través de la página No mueras en la que promueve suplementos, rutinas de ejercicio, dietas y estilos de vida al alcance de un clic. Mientras que los científicos del campo de la longevidad se muestran escépticos y argumentan que la genética juega un papel central en la esperanza de vida, Bryan Johnson tiene 1.6 millones de seguidores de todas partes del mundo que confían en él y compran sin chistar los productos que recomienda; una muestra más del gran poder de convocatoria que tienen los influencers por encima de los expertos en nuestro tiempo.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.