Por Diana J. Torres
Que el estrés es muy negativo para la salud es algo que forma parte del conocimiento general de las personas, pero creo que muy pocas saben en qué cuestiones específicas nos lastima andar todo el bendito día sin descanso, saltando de una actividad a otra sin siquiera tiempo para comer o dormir bien o dedicarnos un momento a nosotrxs.
En octubre del año pasado de pronto dejé de menstruar y me sentía muy extraña, me daban sofocos y me temí lo peor: ¡ya llegó la menopausia! Qué terror, pensé, pero algo no me cuadraba pues las mujeres de mi familia en general han menstruado hasta casi los 60. Entonces y para salir de dudas me lancé, dos meses después, con una de las mejores profesionales ginecológicas de la Ciudad de México, la doctora Mariana Robles. Ella rápidamente despejó mi duda diciéndome que no creía que estuviera aún en esa fase y que era necesario hacerme varios análisis para descartar. Los resultados de estas pruebas arrojaron unos datos también bastante aterradores: tenía la prolactina por las nubes, casi al nivel de una mujer embarazada, y la vitamina D por los suelos, entre otros elementos fuera de su rango de normalidad. El diagnóstico: estaba pasando por unos niveles de estrés descomunales y en mis frenéticas actividades no estaba incluida la recepción de sol sobre mi piel.