Por Diana J. Torres
Lo cierto es que estoy impresionada. Nunca fui mucho de juguetes sexuales que no fueran los clásicos dildos para complementar mi arnés, de hecho hace muchos años me regalaron un vibrador con el que estuve interaccionando un rato hasta que me di cuenta de que me estaba adormeciendo las terminaciones nerviosas del clítoris, generándome con ello cierta dificultad para alcanzar el orgasmo a la manera tradicional, con la mano (propia o ajena) o con una boca. No quise andar dependiente, como si de una droga se tratase, de un aparatito a pilas, de una máquina, y se lo regalé a una amiga.