Por Diana J. Torres
En esta época siempre me asalta la misma angustia: ya pasó más de medio año y no hice nada de lo que me propuse a principios. Es como una crisis anual que no falla y sistemáticamente cada mes de julio desde que tengo uso de razón y memoria, me da tremendo bajonazo.
A ello además lo acompaña la sensación de vacío que dejan “las vacaciones”, en este caso no las mías porque yo desde hace rato no sé lo que es eso, sino las de lxs demás.
Así, en este estado extraño e incómodo, me junté con una amiga, que tampoco tiene vacaciones, pero cuyo nihilismo existencial siempre me levanta el ánimo.