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Por Diana J. Torres

Siempre es todo un trip regresar a México tras haber pasado un rato fuera del país; siento que a veces se me olvida lo intenso que puede ser este territorio especialmente al regresar de Europa donde aunque no esté exento de intensidades todo es medio tibio y encubierto. Pero esta vez fue muy diferente, la intensidad se tornó brutalidad desmedida y les voy a contar por qué.

Bajé del avión y me fui directamente a trabajar al restaurante, había muchos pendientes que no podía dejar desatendidos por más tiempo. Le marqué a A. que es un compita al que más o menos vengo cuidando desde que tenía 14 años cuando se apareció un día a charolear al bar con su voz prodigiosa. Él andaba entonces viviendo en la calle y sin familia que se hiciera cargo así que desde ese momento traté de que siempre tuviera un techo y cuidados básicos. Es alguien muy querido y estimado para mí, confío en que su talento algún día dará muchos frutos y sé de alguna manera que está destinado al triunfo. Mientras eso llega, le pasan cosas que ningún adolescente tendría que estar viviendo.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.