Por Diana J. Torres
En las últimas semanas he recorrido unos 20 mil kilómetros y he pasado por Bogotá, Ciudad de México, Ámsterdam y Atenas. Amo viajar y los reencuentros con personas amadas, pero si hay una cosa que odie más en este mundo son los aeropuertos, pues siento que están pensados y diseñados para robarnos una parte de nosotrxs que nunca volverá.
He de decir que hubo un antes y un después de los atentados de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Los escasos vuelos que agarré antes de esa fecha eran relajados en cuanto a control se refiere y el aeropuerto se parecía más a una central camionera que al mall-cárcel de capitalismo exacerbado que son ahorita.