Una pésima educación sexual, mala comunicación de padres e hijos, así como una sociedad moralista, machista, y religiosa, nos lleva a hechos lamentables y atroces, como lo que están viviendo alumnas de diversas universidades en Mérida, Yucatán. Ellas fueron presas del tráfico de contenido sexual por un grupo de Telegram de más de mil 200 jóvenes que se que se intercambiaban sus fotos sexuales como si fueran POKEMONES.
Este videojuego muy famoso en esta generación, tiene como su objetivo atrapar, evolucionar, registrar, compartir, e intercambiar aquellos monstruos que lograban capturar. Es irónico que estos retos sean exactamente los mismos de este grupo de jóvenes que se dedicaban a denigrar, exhibir, difamar, presumir y enaltecer su ego.
Esto solamente abre la cloaca para observar cómo se sigue violentando a las mujeres, no sólo de Mérida, sino de todo el país. No podemos negar que vivimos una era digital e interconectada que trajo consigo una actividad que repuntó desde el inicio del Covid 19. El sexting es enviar mensajes personales con contenido sexual, erótico o pornográfico desde los teléfonos celulares. Suena divertido. ¿Qué crees? Sí lo es, siempre y cuando se haga con responsabilidad, lealtad, y madurez. Se puede pensar que es una actividad sexual sólo para adultos, sin embargo, en los últimos años ha sido una de las prácticas más recurridas por jóvenes menores de 18 años.
El sexting ha abierto una puerta que jamás imaginaron se convertiría en un huracán, que, para quienes no saben manejarlo, tiene consecuencias devastadoras. Es un juego peligroso, una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento, después de la ruptura o separación de la pareja.
Mujeres que le apostaron y decidieron jugar el juego confiaron en los receptores de su mensaje, quienes ahora traicionaron el pacto invadiendo su privacidad, su intimidad, las volvieron estampillas de colección, trofeos de victorias, objetos de intercambio para generar una nueva violencia, pero ahora digital.
Esperemos que se haga justicia amparadas por la Ley Olimpia y la Policía Cibernética y que se pueda castigar a los responsables.
Este tema, nos da mucho que pensar. Primero que nada porque evidencia las diferentes formas y lugares la violencia hacia las mujeres. Segundo, la deplorable educación sexual de nuestro país. Tercero, el nivel de jóvenes que estamos educando (a quien le caiga el saco, que se lo ponga) soltándolos al aprendizaje solo a través de la tecnología, haciéndolos ignorantes de sus emociones, críticos de las vidas de los demás, sexistas, analfabetas de las experiencias de vida, individualistas que solo buscan reconocimiento y aceptación a través de un like.
@sexualmenteedel
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