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Por Edelmira Cárdenas

“En esta vida todo tiene que ver con el sexo, menos el sexo… el sexo trata de poder”, le escuché decir esa frase a una persona durante la semana.

No necesariamente tiene que ser así, pero desafortunadamente sí puede existir una fuerte correlación entre poder y sexo. ¿Por qué lo considero un infortunio? Porque cuando se habla de poder, al menos en este caso, se trata de ver quién manda a quién: quién ordena y quién obedece; quién subyuga y quién es subyugado, en pocas palabras: el que puede castigar y al que le toca sufrir. Y en el caso de la cultura mexicana es muy típico  (pero no es regla inquebrantable) que sea el hombre el de la batuta y la mujer la que ha de besar el suelo donde pisa, y no dudo que a la hora del sexo ese modus vivendi culturalse ponga de manifiesto.

Bien podría ser válido que hay quienes son expertos en reinventar placer en la cama y otros en seguir la corriente en ella, no todos podemos ser “la hembra o el macho alfa” de la manada, hay quienes están hechos para dirigir el placer y otros para ser dirigidos en él. El problema de lo anterior es cuando en lugar de existir sana dirección y camino hay tiranía y sometimiento; y cuando dentro de una relación de dos parezca más el encaprichamiento de uno solo no puede haber placer verdadero y sustancial, porque sólo se dispone de la experiencia del placer aquel quien elige con libertad llegar a él.

Un ejemplo muy claro de lo anterior es que hace algunos años conocí a una mujer joven de unos 28 años, ella era la amante de una persona casada. Sexualmente hablando, el hombre era un tirano con ella y ella se lo permitía porque no creía merecer nada mejor. Ella jamás contactaba sexualmente consigo misma, tenían sexo sólo cuando él iba a visitarla por antojo, y jamás le interesó buscar una pareja que fuera un potencial compañero de vida, o un tipo de relación más libre y comprometida. Lo anterior es un claro ejemplo de cómo a veces alguien que tiene una vida que no lo hace feliz y donde no puede controlarlo todo (en este ejemplo el hombre) buscó una manera, insana en este caso, para liberar la frustración por la falta de control que no podía ejercer (y la encontró a ella).

Siempre es bueno recordar (lo que mencionaba un historiador y político) que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, y lo mismo aplica para el sexo cuando más que placer y virtud sólo hay en él vicio y desintegración de por medio.

La buena noticia de todo esto es que siempre está en tus manos elegir si el sexo que practicas te ayuda a encontrar fuerza personal y experiencia que te desarrolla en el placer, o es un pretexto para hacer sentir menos o sentirte tú menos. Yo por mi parte te invito a que el sexo sea la ocasión para descubrir fuerza personal, no a costa de tu pareja, sino junto a ella.

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@sexualmenteedel

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