Por Edelmira Cárdenas
A veces en la vida diaria nos topamos con obstáculos que pudieran parecer infranqueables; otros que nos ponen la moral por debajo de los pies; habrá aquellos que nos hagan retroceder o detenernos. Y cuando me refiero a la vida diaria, eso incluye también la vida sexual, porque así como hay muchas maneras de disfrutar, también hay en ella diversos modos en que nos llegamos a frustrar.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que no todo aquello que llamamos traba es necesariamente algo “malo”, primero hay que saber distinguir entre una traba y un límite sexual. ¿Cuál es la diferencia? Las trabas, como la palabra lo dice, truncan mi desarrollo o mis posibilidades de placer sexual; mientras que los límites son algo natural e inherente a mi sexualidad personal, ellos son sanos y la mayoría del tiempo lo más recomendable es respetarlos. Una traba, por ejemplo, sería que en una relación de años hubiera uno de los dos que no tiene orgasmos por más que se esfuerce debido quizás a problemas en la relación o que simplemente ya no siente atracción por la pareja; pero un límite sería que, a pesar de que llevan años juntos en una relación llena de comunicación, amor, cachondeo, sexo y excelentes momentos, pero por más que lo intentan nunca pueden llegar a tener más de una hora de sexo al día.