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Por Edmée Pardo

Amanecí con antojo de pulpo a la gallega. Más bien amanecimos, el  cuarteto con quienes celebré mi cumpleaños junto al mar.  En la pescadería local tenían molusco fresco y nos aventuramos. Pero, exactamente, ¿cómo se prepara? 

Todavía hace unos años hubiera esperado llegar a casa para buscar el libro  de comida española o de especialidades del mar y localizar la receta, pero con Google en la punta de los dedos  brotan videos, artículos, podcasts.  En el primer recetario llevaba ya varios movimientos de pantalla y apenas íbamos en que en Galicia antes se hablaba gaélico porque fue un asentamiento celta en la edad media. Lo dejé  y fui a otro sitio donde el dato interesante es que los gallegos tienen un importante legado genético del norte de África, mayor a cualquier otro grupo de España, con muchos anuncios patrocinados por el gobierno español promoviendo el turismo, pero del procedimiento nada. Evidentemente dejé el sitio y me fui a un  video que exigía visualizar de principio a fin los anuncios de patrocinadores y al segundo me salí.  Volví a escrutar cuidadosamente el portal al que iba a entrar porque ya había salido información sobre  los tres corazones que poseen los pulpos, su inteligencia comprobable con su capacidad de aprendizaje, adaptación, camuflaje y  autonomía, así como su altísima sensibilidad, que casi me anima a no comer pulpo nunca más. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.