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Por Edmée Pardo
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La efeméride del día de hoy (23 de abril) es otra más de las que se enlistan cada día de todos los días del año. Pero, para quienes hemos encontrado en la lectura una forma de estar y comprender el mundo, el Día del Libro es el pretexto para hablar del papel de la lectura en nuestras vidas.

Un libro es una conversación viva que inició hace siglos para construir pensamiento, memoria y empatía, gracias a sus lectores. Un libro, sin sus lectores es solo papel y tinta que bien puede usarse para que maduren los aguacates. Es la mirada del lector y su inteligencia, la que convierte un libro en tal. Un lector cultiva la duda, el cuestionamiento, la posibilidad de mirar lo que no está a simple vista y ejercita la interpretación. Un lector, al leer, aprende a ver un mundo (no las palabras ni las historias solamente) con más herramientas. ¿Pero dónde crecen esos lectores para que la conversación pueda continuar por los siglos de los siglos?

Muchos dicen que los lectores se hacen con acceso a los libros, y es cierto en una parte, por eso hoy se regalan libros y rosas. Pero hay otra, la más importante, que es tener derecho y acceso a lectura de comprensión que genera autonomía. ¿Dónde aprendemos a comprender lo que leemos, dónde aprendemos a leer para crecer?

El placer y el oficio por la lectura se transmite por lectores, mediadores de lectura, bibliotecas y gobiernos que han sido ya inoculados con esta necesidad vital y que usan métodos concretos de contagio en todos los niveles. Un proceso evolutivo que empieza con aprender a leer que comúnmente se confunde con alfabetizar y que es más que eso; pasa por leer para aprender, que quiere decir comprender y actuar; y se mantiene con leer para vivir. Habría que idear planes de lectura flexibles y de acompañamiento lector en todos los niveles escolares y para todas las etapas de la vida. El objetivo es leer acompañados de la cuna a la tumba. Acompañarnos entre los lectores todos los días de la vida con programas tan magníficos como el de AELE de Escribir como lectores, con círculos de lectura, con bibliotecas humanas, con toda la creatividad posible para atestiguar cómo alguien florece con la lectura que genera diálogo y acción. 

Hoy, los lectores que resistimos el imán a la pantalla y rechazamos la mecanización para vivir, creamos el espacio para leer con tiempo y pausa, cualitativamente, dentro de una comunidad lectora que nos impulsa al diálogo y a la duda, a la escucha y la expresión. Los lectores somos seres combatientes porque en tiempos de tanto ruido mental, leer es una forma de escucharnos; porque en estos tiempos velocísimos, leer es una forma de habitar el presente; porque en tiempos de uniformidad y pertenencia superficial, leer nos recuerda nuestra personalidad única. Leer es la forma más poderosa de recordar quiénes somos y qué hacemos aquí.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.