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Por Edmée Pardo

¿Qué es exactamente la prueba PISA? Una medición internacional que se aplica cada tres años  en varios países  a una muestra significativa de estudiantes de entre 15 y 16 años (que la mayoría llegan al fin de la educación obligatoria), de escuelas públicas y privadas para evaluar, básicamente, capacidades lectoras, matemáticas, científicas y de resolución a problemas.  Se ha establecido, con base en pruebas anteriores, que los estudiantes con mejores resultados tienen mayores oportunidades educativas y laborales. Digamos que es una evaluación del estado actual de las cosas en materia educativa para asomarse al futuro de esos chicos y del país. Bien interpretada y usada, debería servir para establecer políticas públicas de acuerdo con esa realidad.

Los resultados son indicadores de muchas cosas:  el contexto político y social (guerras, narco, migración); problemas de salud pública (como la pandemia u otras enfermedades); los profes (sueldos y preparación); el plan educativo y la capacidad de implementarlo; la nutrición de los alumnos, la motivación. Un tejido complejo  que por algún lado tiene que empezar a desenredarse, sí y sólo sí, los validamos y le damos la importancia que tiene.

Este año los resultados obtenidos en México son escalofriantes, los segundos más bajos, solo por arriba de Colombia, de los 81 países que participaron en 2022. Dos de cada tres alumnos no logran comprender lo que dice un texto, usar las matemáticas para solucionar un problema de otra índole, ya no digamos para  algo más complejo.  Según mediciones estamos casi igual que en 2006. O sea, hemos perdido en grillas y señalamientos,16 años  valiosos de formación.

¿Cómo se ve esta gráfica y estadística en la vida real? En abandono escolar, en la falta de recursos y futuro, en el engrosamiento de las filas del narco, en violencia, en pobreza. Estamos como estamos no solo por culpa del sistema en turno, sino porque no apreciamos el poder transformador de la educación, de la palabra, y de cómo todos coadyuvamos a ello. Si no entendemos, como sociedad, que leer es la competencia más importante para dotarnos de humanidad y su lenguaje como principal  instrumento, si no apreciamos que leer es el medio que nos dota de entendimiento y herramientas para la vida, estamos perdidos.  Aprendimos en la escuela, sí, pero también en casa; aprendimos en casa, pero también imitando a un amigo; aprendimos imitando a un amigo, pero también de las palabras que nos dijo un desconocido. 

Hay que responsabilizarnos del problema y asumir que hemos fallado todos, y que todos podemos colaborar un poco, un poquito.  Con  nuestros equipos de trabajo,  con nuestra conciencia, con nuestro ejemplo. Aprendemos con el ejemplo y los menos somos ejemplares. Leer es crucial para el individuo, para la sociedad.  No 20 minutos al día, sino una lectura cualitativa, que genere preguntas, que nos lleve a buscar respuestas. Si no, estaremos confundiendo las pizzas, con la prueba pisa, con las picsas (lo que sea que sean eso).

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@EdmeePardo

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