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Por Edna Jaime

No soy conocedora de protocolos, menos de los oficiales, así que no sé con certeza si la ministra Norma Piña rompió alguno en la ceremonia conmemorativa del 106 aniversario de nuestra Constitución. Alguna vez yo hice lo mismo, en un evento en el que diversas personas de sociedad civil conversaríamos con alguna autoridad, quizá el jefe de Gobierno del entonces DF, o un grupo de legisladores, no lo recuerdo. Cuando la o las autoridades llegaron, permanecí sentada porque así lo decidí, porque no me dio la gana obedecer un protocolo o una costumbre que nos hace diferentes de los otros. Y porque la verdad no iba a rendirle respetos a alguien a quien quería pedirle resultados y decirle: “si no puedes, renuncia”. En aquella reunión también hubo foto y salí sentada. No creo que me hayan considerado valiente, sino despistada o ignorante de las formas con las que una debe dirigirse a un “superior” quien es, al final de cuentas, es empleado nuestro.

Quiero suponer que la ministra Piña deliberadamente se mantuvo sentada por convicción y porque quiso plantar un mensaje: el Poder Judicial es uno equivalente al Ejecutivo.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.