Por Elisa Alanís
En distintas ocasiones he comentado que debemos empezar por contarnos qué nos pasó y qué nos sigue sucediendo.
De ese tamaño es el reto. Iniciar por aceptar y, sobre todo, conocer a detalle los hechos del país que vio nacer y crecer a los cárteles más poderosos del mundo.
Ni siquiera hemos podido sentarnos a escuchar y a llorar la verdad. Esa que se va zurciendo, juntando a pedazos y cómo se puede, a través del dolor de una madre que busca a su ser querido o un padre que lucha por encontrar justicia para su hija o el hermano que llora el adiós del joven asesinado… Con cada puntada se unen los vasos comunicantes de la creciente estructura criminal al amparo del poder.