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Por Fátima Masse

Cuando Claudia Sheinbaum tomó posesión de la presidencia prometió recortar la jornada laboral de 48 a 40 horas. Para que esto sea una realidad, es necesario modificar el artículo 123 de la Constitución que habla sobre el trabajo y la previsión social. 

 

Debido a las condiciones políticas actuales se sabe que es altamente probable que se apruebe esta reforma constitucional. Sin embargo, lo que aún se desconoce son los términos en los que quedará su implementación, lo que puede ser trascendental para la economía y para las personas que se vean impactadas con la medida.

 

Lo bueno

Me declaro a favor de esta reforma, porque en México trabajamos demasiado sin tener buenos resultados. Somos el segundo país de la OCDE que labora más horas al año, pero somos el penúltimo en términos de producción

 

Sea cual sea la razón, una cultura laboral excesiva afecta la salud de las personas colaboradoras. En particular, se incrementa la probabilidad de sufrir accidentes cardiovasculares o trastornos depresivos y de ansiedad, además de tener al sistema inmune en constante alerta que provoca otras enfermedades.

 

A esto hay que sumarle que se reduce la posibilidad de destinar tiempo a otras actividades importantes, como los cuidados o el descanso. Así que, desde una óptica de bienestar personal, vale la pena apostar por mayor integración vida-trabajo. 

 

Lo difícil 

Actualmente, 39 millones de personas en México trabajan 40 horas o más a la semana. Esto implica que, cuando se apruebe la reforma, 66% de la fuerza laboral tendría que recortar sus jornadas para cumplir con la ley.

 

Las empresas tendrán que definir entre mantener sus horarios actuales y contratar más gente o recortar sus horarios de operación. En cualquiera de los dos escenarios, tendrán que ser más eficientes para que sus niveles de ventas no se vean afectados. En teoría suena bien. 

El gran problema es que en México 94% de las unidades económicas son micro negocios y 4.9% son pequeñas. Estas son empresas que en su mayoría están luchando por sobrevivir. ¿Tendrán los recursos suficientes para enfrentar mayores gastos de nómina e invertir en una gestión más eficiente? Lo dudo. 

 

La reforma podría ser un detonante para que las empresas menos sólidas quiebren, así como para generar incentivos a la informalidad. Aquellas empresas que sientan una presión excesiva por esta modificación podrían optar por dejar sin contrato a sus trabajadores o contratarlos por honorarios. Total, una cuarta parte de las personas colaboradoras en el sector privado ya está en dicho escenario (con base en datos de la ENOE 2023).

 

Esta es la razón por la que estoy convencida de que la reforma requiere periodos de gracia e implementación gradual, sobre todo para las empresas más pequeñas como se hizo en Francia. Además, la Secretaría de Economía podría implementar programas de apoyo para dar acompañamiento a quienes no pueden pagar servicios de consultoría sobre cómo gestionar mejor su negocio.

 

Hay que ser realistas, una reforma laboral que quiebre negocios no será buena para la economía ni para las y los trabajadores. En la medida en la que la reforma contemple la situación de las diferentes empresas según su tamaño y sector, mayores serán sus probabilidades de éxito. 

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@Fatima_Masse

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