Por Fátima Masse
Agradezco al 2024 por haber puesto a las mujeres en la mira de la agenda pública.
Los temas que tradicionalmente se discutían alrededor del 8 de marzo y el 25 de noviembre se han convertido en materia de interés nacional y en el motor de reformas para combatir la brecha salarial y la violencia contra las mujeres.
El hito más relevante del año fue la llegada de la presidenta Claudia Sheinbaum, tras una contienda electoral histórica con dos candidatas al frente. Además, gracias al principio de paridad, también se alcanzó una cifra récord de gobernadoras y alcaldesas, sumadas a congresos conformados por prácticamente la misma proporción de hombres y mujeres.
Desde hace varios años, México ha seguido una trayectoria creciente en la participación de las mujeres en cargos públicos. Sin embargo, también se han dado señales de avance en el sector privado.
Destaca la elección de Altagracia Gómez Sierra, una mujer joven, como coordinadora del Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional (Caderr), un grupo que reúne a siete empresarios, ocho empresarias, así como personas del Gabinete y representantes de asociaciones empresariales.
En términos de género, la imagen del anuncio del Caderr es más alentadora que aquella que se publicó cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador invitó a un grupo de empresarios a comer en Palacio Nacional.
¿Esto implica que todas hemos llegado, como afirma la presidenta? En realidad, no. Como escribió Denise Dresser, hay múltiples grupos de mujeres, como las madres buscadoras y las defensoras de derechos humanos, que fueron completamente ignoradas en la administración anterior y que siguen al margen en lo que va de este sexenio. Además, el presupuesto tiene todo menos perspectiva de género, con un recorte del 19% real al programa para la atención y prevención de la violencia.
No soy ingenua; sé que la realidad económica de las mujeres no cambió mucho este año. De hecho, los avances que ha tenido México en este sentido son relativamente pequeños.
A pesar de ello, celebro que la llegada de más y más mujeres a la toma de decisiones del país destruya estereotipos y paradigmas, lo que eventualmente podría traducirse en acciones para derribar barreras y abrir oportunidades para muchas más. El chiste es acelerar esta tendencia.
A partir de este año, me parece que las empresas y las organizaciones que quieran conquistar la opinión pública pondrán mayor interés en tener voceras y proyectar que están alineadas con esta agenda de igualdad de género. Más aún, por el decreto que acaba de firmar la presidenta Sheinbaum, se espera que el próximo año vengan más acciones de parte del Gobierno Federal, y los gobiernos estatales que se sumen, para impulsar que la narrativa se traduzca en empleos más inclusivos. Hay que estar atentas y atentos.
Mi deseo decembrino es que este "Año de Mujeres" no se quede solo en fotos con mayor representación de mujeres poderosas, sino que se logren cambios reales para la mayoría de las mexicanas.
En mi próxima entrega, escribiré sobre acciones concretas que las empresas pueden tomar para adelantarse a la normatividad que viene y cambiar la realidad de las colaboradoras.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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