Por Fátima Masse
El mundo enfrenta un desafío demográfico muy diferente al que se le presentaba el siglo pasado. Dejamos de preocuparnos por el control de la natalidad para enfocarnos en cómo manejar una población que está envejeciendo de forma generalizada, lo que pone en jaque a las economías y el desarrollo de la mayoría de los países, incluyendo a México.
Según datos del Banco Mundial, la tasa de fertilidad global, entendida como el número promedio de hijos que tiene una mujer, pasó de 5.3 en 1963 a 2.3 en 2021. Esta cifra se acerca a lo que se conoce como la tasa de reemplazo (2.1) con la que una población se considera estable. Aunque con estos datos pareciera que el mundo está en equilibrio, en realidad este promedio está impulsado por países en el Suroeste de Asia y África en donde este indicador oscila entre 3 y 6, mientras que el resto de las naciones registra cifras menores a 2.